FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

sábado, 27 de diciembre de 2014

La fe ciega.

17 años, eso es lo que ha tardado en caérseme la venda de los ojos, eso es lo que he tardado en darme cuenta de lo que realmente pasaba a mi alrededor, de lo que me rodeaba. No sé si estoy contenta por ello o defraudada por no haberme percatado antes de que todo era así, de que nada era como me figuraba, de que nadie a mi alrededor se comportaba igual que yo a la hora de expresar siempre lo que siente y piensa sino que lo ocultaban prodigiosamente bajo finas y quebradizas máscaras que solo se ponían en las peculiares y contadas ocasiones en las que tenían que fingir enfrente mío su simpatía y su apoyo.
Quizá solo estoy viendo el lado malo de todo esto. Pero, sin duda, creo que también hay un lado bueno, que se corresponde con que a partir de ahora voy a andarme con más cuidado. Ante cualquier cosa que vea, que me digan, que opinen o que aprenda siempre estaré atenta y ojo avizor para no creérmela o confiar en que se corresponde con la verdad cuando la auténtica realidad es totalmente lo contrario.

Actos de fe.

La vida está llena de sacrificios. Sacrificios por los que queremos, sacrificios por nosotros mismos, sacrificios para seguir sin mirar atrás, y sacrificios para desvelar lo que vendrá. Pero, ¿cuántas veces nos sacrificamos sin saberlo y cuántas por algo o por alguien que al final quizá nos arrepintamos sin saberlo? 
Por las personas que queremos seríamos capaces de hacer cualquier cosa, de eso no hay duda, pero cada favor, cada respuesta, cada mano tendida, cada sacrificio es como un salto al vacío sin red, sin arnés, sin esa certeza tan necesaria a veces a la hora de actuar. Y, aún así, cada día, cada hora, cada momento, nos seguimos sacrificando, seguimos saltando sin saber donde vamos a caer, sin una mínima esperanza o luz que nos ilumine el camino que vamos a emprender, sin unas palabras de aliento que nos animen a continuar con nuestro propósito. Pero existe en nuestro interior algo que nos empuja a hacerlo, algo que se enciende cuando sentimos que esa persona nos necesita, y que no se apaga hasta que cumplimos nuestro propósito. 
Sacrificios, siempre sacrificios. La vida sería mejor sin ellos solemos creer. O puede que no, puede que dejara de tener sentido, puede que perdiese su color, su forma, su sabor, su esencia. Puede que simplemente se limitase a una existencia insulsa, insignificante, incompleta.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Imposiciones.

A veces es todo tan injusto, tan sin sentido, tan frustrante, que duele, que duele y sientes como te mata por dentro, como el no poder expandir ese deseo irrefrenable que sientes en tu interior te carcome, te absorbe, te anula. Ves todo tan oscuro, tan negro, que las pocas razones que encontrabas para hacer o decir las cosas se pierden, se difuminan como niebla entre tus labios, tu mente y tu corazón. Y, aunque no parezca posible, esa niebla quema, pues en ella va tu fuego interior, tu pedazo de alma roto con la desilusión que te han provocado. Te sientes impotente, inútil, incapaz de actuar, y ese sentimiento pasa del más absoluto odio y de la más extrema rabia a la tristeza, la depresión, y con ellas, las lágrimas. Lágrimas que limpian tu rencor, lágrimas que te purifican como si de un velo sanador y protector se tratasen, lágrimas que te ayudan a tener los ojos y la mente bien abiertos, lágrimas que te enseñan el amanecer de un nuevo día.

Thougths.

A pesar de tener una opinión para todo, unas veces clara y otras no tanto, no suelo mostrarla muy a menudo, podría decirse que casi nunca. Al principio pensé que era porque qué más daba lo que yo dijese, si tampoco iban a darle importancia de todos modos, pero ahora he empezado a pensar en que puede que sea porque me dejo influir demasiado por los demás, de forma que cuando al fin tengo una opinión medianamente clara sobre algo, no estoy segura de si es "mía mía" o tiene parte de alguien que me haya mostrado la suya, con lo cual, estoy aún más perdida que con la mía propia, y ya no sé lo que pensar, decir, o hacer. ¿Por qué soy tan influenciable? No lo sé, creo que es lo que yo he definido para mí tras estos años de vida. Quizá sólo lo he hecho para encajar, para sentirme una más, para ser aceptada, pero, en caso de que fuese por ello, los resultados no están siendo como cabía de esperar. Quizá solo un día me levante y empecé a escuchar a los demás, y tal vez comprendí que dijese lo que dijese, fuese apreciado o no, nunca iba a ser similar a lo que dijera otro al que seguramente fuesen a escuchar y a atender mucho más que a mí. Seguramente por eso soy como soy, porque crea que si sigo a los demás en su postura, despreocupándome de si se parece o no a la mía, y tomándola como la más factible, me haría notar, no sería tan invisible como lo soy ante los ojos del mundo. 
Definitivamente, he llegado a la conclusión de que esto debería cambiar de forma radical. No debo dejar que mi timidez, mi vergüenza y mi indecisión me definan pues lo único que desencadenan a día de hoy es que la gente me vea como alguien débil y que puede ser utilizada en su favor, que no digo que no lo sea, pero tengo bastante claro que debo dejar de serlo.

Aciertos y desaciertos.

El principal problema que conlleva tanto fallar a una persona de confianza como fallarte a ti mismo es que tras haber cometido ese fallo, nunca vas a poder ni saber si se volverá a dar esa situación y que ocurrirá cuando pase, lo que provoca una sensación de miedo permanente en ti, y una desconfianza en la persona a la que has fallado que sea sin duda muy díficil de borrar o sustituir. La situación que se da os daña tanto a ti como a la persona involucrada por tu culpa, lo que desemboca en tensiones y problemas difíciles en vuestra relación. La confianza es un pilar básico que no debería quebrarse o torcerse, pero que, inevitablemente, cuando eso sucede, cuesta mucho volver a estabilizarlo y que sea de nuevo tan fuerte, lustrosa e inquebrantable como lo era antes.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Vuelta a casa.

Las luces de la ciudad allá donde me alcanza la vista, y en mi corazón se desata una tormenta de emociones y deseos. El cielo que nos acompaña está cubierto de finas y pacíficas nubes que se abren paso como si nos diesen una calurosa bienvenida. El coche va avanzando y yo poco a poco voy sintiendo que estoy en casa, que vuelvo a la rutina, a mi vida diaria, y que, en cuanto pueda, saldré y correré a ver a mis amigos y a narrarles mis mil y un aventuras vividas en este tiempo separados mientras deseo fervientemente que ellos me cuenten las suyas para sentirlas y vivirlas como si fuesen mías, y compartir los buenos ratos pasados mientras estamos formando otro con el momento que estamos viviendo, reunidos todos de nuevo, después de estos meses separados, y que, sin embargo, parecen como si no hubiesen sido nada de tiempo, como si hubiera sido ayer cuando nos reunimos por primera vez, señal de que nuestra amistad es más fuerte que la distancia, el tiempo o los recuerdos y sabiendo que, juntos, todo siempre será igual.

Dar para recibir.

Hay personas que solo viven para hablar siempre por y para ellas, sus problemas y sus cosas. Yo respeto la forma en la que elige vivir cada uno pero también sé que hay límites para todo. 
Quizá sea yo la única persona que no puede vivir sin que haya un intercambio en la relación, ya sea esta de amistad o algo más, de ideas, pensamientos, problemas, y cualquier cosa que se necesite hablar o decir en cualquier momento y por la circunstancia que sea. Puede que eso les parezca raro a algunas personas pero seguramente sea así porque ellas solo se han visto situadas en una de las dos posiciones posibles, aparte de estar en ambas, es decir, o que solo sepan hablar, hablar y hablar de ellos mismos buscando en los demás solo un oído, un hombro o unas palabras de consejo o alivio, o bien que sean de esa clase de personas que solo quieren escuchar y aconsejar mientras se guardan para ellas todo lo que les ocurra y siguen anteponiendo los problemas de los demás a los suyos.
Es un poco irónico que yo me considere situada en ambos lados, tal vez lo veo así porque aunque yo soy tanto de contar como de escuchar, si pudiese, siempre escucharía y ayudaría, siempre callaría y tendría mis brazos, mis ojos y mis oídos bien abiertos para cualquiera que los necesitase en el momento que fuese. Sin embargo, en el momento en que tras escuchar todo lo que les ocurre a los que me rodean, me toca ya hablar y explicarme a mí, ya no soy tan entusiasta ni me salen tan fácilmente las palabras, los gestos o las emociones que mis amigos quieren que les cuente ya que me cuesta mucho abrir mi corazón a mis amigos para contarles mis mayores, más oscuros y más íntimos secretos. Esto no es un problema de confianza hacia mis amigos o mi familia pues no hay personas en las que más confíe que ellos, sino más un problema mío. Cuando veo que llega la hora de contar mis cosas, lo que me pasa por la cabeza y por el corazón, mis problemas y mis dudas, siento que se me cierra el pecho, y que un gran peso bloquea mis labios haciendo que solo sean capaces de soltar miseros comentarios irónicos y muecas graciosas que intentan servir como triste fingimiento de la realidad que me acompaña y que me supera, pero que inútilmente quedan desenmascaradas por mis grandes y expresivos ojos que muestran todo el remolino de emociones y de lágrimas que realmente se expanden en mi interior.

martes, 19 de agosto de 2014

Sentidos, rumbos y caminos.

A veces pierdo el sentido de la vida y me cuesta bastante volver a encontrarlo. Son esos momentos en los que me podría quedar quieta, tumbada de lado en mi cama, con lágrimas brotando y deslizándose lenta y progresivamente por mi rostro, en un silencio absoluto, y a oscuras, sintiendo que podría permanecer así el resto de mi vida. Cuando esto ocurre, me resulta verdaderamente difícil sonsacarme a mí misma alguna razón lo suficientemente importante como para levantarme y volver paso a paso a continuar trazando el infinito e inexplorado camino que constituye mi vida.
A pesar de que esto me sucede muchas más veces de las que admitiría jamás ante cualquier persona, también sé qué es algo inevitable, todos perdemos el rumbo en algún momento, o permitimos que nuestros miedos, inseguridades y dudas nos ganen la batalla y nos corten el camino o nos lo oculten a los ojos.
Pero yo me pregunto, ¿acaso la vida tiene algún sentido concreto? ¿O, simplemente nos pasamos la vida buscando algo de lo que ni siquiera estamos seguros de su existencia? ¿Si ese hipotético sentido existiese, sería común, o personal e intransferible para cada uno? ¿Estamos malgastando nuestros años en la búsqueda de algo que tanto si existe como si no, no podemos asegurar que nos vaya a hacer felices? Creo que con tanta duda es normal que a veces no sepamos que pensar, o no seamos capaces de distinguir entre realidad y ficción, o que no podamos aclararnos con las cosas más sencillas puesto que nos plantean algo que no somos capaces a entender, analizar o simplemente ver. A su vez, también creo que si todo fuera sencillo y normal, la vida, nuestra vida, mi vida, todas las vidas, no tendrían ningún misterio, o locura, o chispa, o fe, o como lo quiera llamar cada uno, y, en ese caso, no serían lo mismo, ni, irónicamente, tendrían sentido.

domingo, 17 de agosto de 2014

Significados.

Es curioso como, con el paso del tiempo, algunas de las cosas que para nosotros poseían un gran significado, que nos daban una pequeña dosis de emoción, anticipación e ilusión a nuestras usuales vidas, que nos hacían contar los días hasta que llegaba la fecha deseada, que nos ponían nerviosos casi 2 meses antes con tan solo mencionarlas o pensarlas, ahora parece que ya solo son tomadas como obligaciones, compromisos, o que, simplemente, ya no son ni tenidas en cuenta. Más que curiosa, esta situación en ciertos sentidos podría considerarse un poco triste porque, ¿acaso a medida que maduramos o crecemos, tanto físicamente como psíquicamente, vamos perdiendo el interés por cosas que antes ocupaban gran parte de nuestros pensamientos o que provocaban en nosotros la mayor felicidad posible cuando llegaba el momento tan esperado? Si esto fuese así, ¿llegará alguna circunstancia en la que dejen de interesarnos no solo los momentos sino también las personas que conllevan, o los lugares que las emplazan, o los sentimientos que las acompañan? ¿Podría existir la mera posibilidad de que un día simplemente ya no nos sintamos así con nada, en cuyo caso nuestras vidas carecerían de sentido y por tanto sería el momento en el que dejaríamos todo? Yo habló dentro de mi propia experiencia cuando digo que la respuesta a las dos primeras preguntas que he planteado es sí. Me he encontrado con casos propios en los que pasados ya unos pocos años, si hecho la vista atrás y pienso en esos momentos y en como los vivía y sentía día a día, en el presente no tienen ni punto de comparación. A veces creo que todo es cosa nuestra, y de como cuando éramos pequeños quizá veíamos todo desde una perspectiva tan distinta a la que vamos a tener cuando crezcamos que llega un momento en el que nada o casi nada nos parece igual que antes. Puede ser. Pero también puede ser que sea "ley de vida" como se suele decir, que no sea posible que nuestra vida esté siempre repleta de buenas sensaciones y momentos que nos traigan a la mente recuerdos y que cada año nos hagan desear con la misma o con una fuerza mayor que llegue el momento decisivo, el que siempre estamos esperando y el que nuestra mente jamás se permite olvidarlo.

martes, 22 de julio de 2014

Take it easy.

Qué complejas somos a veces las personas. Sabiendo, por ejemplo, que con un simple gesto, o que con unas palabras podemos ayudar o agradar a una persona, o incluso alegrarle el día, o la vida a alguien, no sé como somos tan bobos de no hacerlo y quedarnos tan anchos y panchos, y seguir con nuestras vidas como si nada importase salvo nosotros mismos. 
También complicamos nuestras vidas, aunque muchas veces no nos demos cuenta de ello. La mayoría de las veces que tenemos problemas en nuestra vida y llega el momento de que nos enfrentemos a ellos, solemos ver el vaso medio vacío, o las cosas cuesta arriba, como se suele decir, pero la realidad es que si en vez de temerlos o de preocuparnos por ellos, lo que intentáramos verdaderamente fuera solucionarlos o hacer que desaparecieran para siempre, nada sería igual. Hacer frente a la raíz de los problemas, o dejarse ayudar por los demás no es nada malo, sino al contrario, es lo que deberíamos hacer para que de esa forma, finalmente todos acabáramos teniendo unas vidas felices y sencillas, que, al fin y al cabo, es lo que cualquiera desea tener, vivir, aprovechar y conseguir. 
Aún así, esa no es la única clase de complejidad que presentamos las personas, nosotros mismos somos los que muchas veces nos enfrascamos en nuestros propios dilemas y pensamientos, o en algo que hayamos oído o que nos hayan contado y que, al intentar entenderlo, o analizarlo, lo único que logramos es enrevesarlo o malinterpretarlo, y con ello solo complicarnos aún más la vida, aunque la realidad sea mucho más fácil. 
Somos complejos por naturaleza, pero eso no significa que nuestro entorno, o nuestros pensamientos, o nuestras vidas y las de los que nos rodean también deban ser así. 

lunes, 21 de julio de 2014

Pensar antes de actuar es la clave.

Dicen que si te repiten muchas veces las cosas malas que tienes o que la gente piensa que te caracterizan, al final, terminas por creértelas. Creo que alguna vez me ha pasado, que me he encontrado en esos momentos en los que estoy totalmente destruida por lo que he vivido durante esa época, y que cualquier cosa que me decían, la asumía como una zombie, la absorbía como una esponja, como si todo fuese verdad y no hubiera detrás ninguna mala intención o algo rebuscado, solo palabras, solo verdades. 
A pesar de que ahora se puede decir que no estoy en mi mejor momento, ya no me ocurre eso ni lo más mínimo, cosa que me alegra. Gracias a grandes personas que han estado y están, o que han estado pero ya no están en mi vida, personas con una paciencia infinita que me han ayudado y comprendido, he aprendido poco a poco a creer en mí misma, a no caer en los oscuros pozos que representan esos comentarios malditos que algunos hacen buscando tu perdición y tu caída, he entendido que lo importante no es lo que piensen o vean o crean los demás que yo poseo, sino lo que yo contemple en mí y lo que yo potencie, cuide, desarrolle, y, al fin y al cabo, lo que yo vaya descubriendo en mí misma a medida que crezco y voy explorando el mundo que me rodea.
Me cuesta mucho entender el porqué las personas nos dañamos unos a otros, no alcanzo razones para poder ver alguna lógica en hacerle a alguien lo que no te gustaría que te hiciesen a ti mismo pues con ello te harían sentir confusión y malestar, que será lo mismo que sienta la otra persona cuando tú o cualquiera se lo haga. Muchas veces son los celos o el enfado los que hablan y actúan en tu lugar, pero, igualmente, no son ninguna excusa pues, por mucho que tus sentimientos contradictorios hacia una persona te dominen y te provoquen la realización de acciones perjudiciales hacia dicha persona, siempre hay otro camino, nunca la venganza o el daño son la dirección correcta a seguir. Y si, aún sabiendo esto, actúas de esa manera que no se debe, siempre hay solución, que no haya vuelta atrás frente a un acto o un gesto no quiere decir que no haya lugar para el perdón, la reconciliación y la amistad.
Quizá la lección más importante que se puede aprender de todo esto, y aplicar en estos casos y momentos clave que se nos presentan algunas veces en la vida, bastantes más de lo que podría parecer o de lo que uno mismo querría, es que hay que hacer las cosas tras haberlas meditado al menos un tiempo, no tiene porque ser muy extenso, puede tratarse incluso de unos segundos o de unos minutos, pero que sin duda, en el momento preciso serán más útiles y valiosos de lo que pueda parecer. Pensar antes de actuar es la clave.

domingo, 20 de julio de 2014

Todo sigue.

El mundo sigue ahí fuera, y yo no voy a su ritmo, quizá es porque yo no sigo con él, aquí estancada en mi soledad, quizá sólo he perdido el compás con el que este va.

sábado, 19 de julio de 2014

Palabras.

Muchas veces, pocas palabras, buenas, sabias y en el momento apropiado son infinitamente mejores que muchas, sin sentido ni forma.

A veces, eso no basta.

Tarde o temprano voy a explotar, lo siento desde hace mucho porque las cosas ya se están empezando a resquebrajar a mi alrededor, sin que me vea capaz de poder hacer nada. Me asusta pensar que cuando yo explote, voy a provocar que pasen unas cuantas cosas más en mi entorno, y eso no lo quiero, nunca lo he querido, yo solo quiero que todo esté bien, diría que como antes, aunque en realidad nunca lo ha estado del todo, pero quizá por eso lo deseo, porque puede que ya vaya siendo hora de que haya algo realmente bueno en mi vida. Y con esto no quiero decir que no haya habido cosas buenas, como personas que me han influido, que me han querido y yo a ellas, que me han cuidado y yo a ellas y que me han ayudado al igual que haría yo, pero que por desgracia algunas han tenido que irse o que ya no están; o recuerdos y momentos vividos que significan mucho para mí y que jamás olvidaré. Pero, a veces, eso no basta. 

viernes, 18 de julio de 2014

Yo.

A veces me pregunto como sobrevivo día a día sin afrontar de una vez por todas la innumerable cantidad de cosas que están pasando y que han pasado en mi vida. Sé que si las afrontase, aprendería a tratarlas, y haría que estas formasen parte de mi vida sin que presentasen ninguna clase de inconveniente para mí. También si las asumiese de una vez por todas, dejarían de ser motivo de lágrimas, o de vergüenza y podría al fin gritar ante el mundo todo lo que me pasa y lo que siento sin temor a ser juzgada o despreciada por los demás.
Pero, sin embargo, por mucho que me vengan a la cabeza estas preguntas día sí y día también, ¿por qué sigo igual que antes? ¿Por qué no hago algo con todo lo que pasa en mi vida? ¿Acaso soy de esas personas que se conforman con lo que tienen con tal de que esto no afecte a los que quieren y que pueda seguir ayudando a los demás y aparentando una vida normal y tranquila? La verdad es que en mis 17 años de vida, nunca he tenido claro quién soy verdaderamente, solo conozco y sigo conociendo poco a poco detalles, pequeños retales, de cosas que me gustan, que me completan, que me modelan y que me guían, pero eso es lo que hacemos todos, ¿no? Quizá los que mejor me conocen si que tengan su propia "versión" o descripción de mi persona que les sirva para cuando hablar de mí con los demás o para estar seguros de que me conocen bien y de que han "acertado", por así decirlo, dejando que yo forme parte, aunque solo sea de forma insignificante, en sus vidas. 
Siempre estoy llena de dudas, y eso no es sano, ni para mí ni para los que dependan de mis decisiones, pero, que le voy a hacer, si soy una de esas personas que o se guía por el miedo y el temor a lo que pueda pasar y venir, o que se deja influenciar de manera demasiado exagerada o fuerte por lo que piensan o digan los demás. 
Como me dicen muchas veces personas sin duda más sabias, o por lo menos, aquellas a las que hago caso más que a mí misma muchas veces, quizá demasiadas, todos tenemos problemas, no soy la única en el mundo que tienen una gran lista de cosas que afrontar, o por lo menos, que  solucionar. Pero a pesar de esto, eso ni me consuela, lo que me hace creer que soy más egoísta de lo que siempre he pensado, ni me ayuda a ser más fuerte para esas personas, aunque no puedo negar que eso si que me gustaría serlo. 
En cierto modo, esta "manía" o costumbre de no afrontar las cosas forma parte de mí, de lo que soy y de lo que siento y voy a sentir el resto de mi vida.

martes, 15 de julio de 2014

Estructura de la vida.

La vida de una persona se estructura en torno a las personas que le acompañan, las ideas que tiene, los sentimientos que siente, y las decisiones que toma. 
Las personas son sin duda lo más importante y principal de la vida puesto que sin ellas literalmente no seríamos nada. No tendríamos quien nos acompañase cuando necesitásemos una mano amiga o un abrazo, o quien nos aconsejase sobre que hacer cuando estamos perdidos o desconcertados, o quien estuviese dispuesto a ser la persona con la que nos desahogásemos sabiendo siempre que si algún día tuviese que ser al revés no habría ningún problema, o quien fuese nuestro compañero de bromas y de fatigas, o quien provocase mil y una sonrisas en nuestro rostro, o quien pudiese entendernos con solo una palabra o una mirada, o quien nos prestase un hombro sobre el que llorar, o quien nos ayudase a levantarnos al caer y que al hacerlo lo hiciésemos más fuertes y habiendo aprendido una valiosa lección, o quien no nos juzgase por nuestros actos erróneos o no, o quien nos ayudase en cualquier ocasión. Creo que muchas veces menospreciamos el verdadero papel que tienen las personas en nuestra vida y seguramente esto sea así porque no nos damos cuenta de todo lo que aportan a nuestras vidas al igual que todo lo que podemos aportar nosotros a las suyas.
Las ideas que tenemos quizá no siempre sean buenas, pero al fin y al cabo nadie es perfecto y siempre se ha dicho que se aprende más de los errores y de las caídas que se van sufriendo en el camino que siendo siempre "perfectos" y "correctos" en todo lo que hacemos, y cada día voy creyendo más y más que esto es así. Lo único que a veces veo es que aunque todos tengamos numerosas ideas, unos más que otros, y algunas con mayor o menor sentido que otras, lo que al final cuenta realmente es si aprovechamos o no estos pequeños momentos de lucidez.
Los sentimientos son la parte más impredecible e incontrolable y a la vez más desatable que poseemos. No hay ninguna forma que nos permita saber como van a reaccionar nuestras emociones ante un comentario, ante una nueva persona en nuestra vida o ante un cambio en la misma. Incluso a pesar de esta imprecisión, también son curiosos ya que aunque nosotros mismos no seamos capaces de ver lo que va a ocurrir con ellos, si que las personas que mejor nos conocen saben como vamos a reaccionar, o como nos vamos a sentir ante ciertas circunstancias. Aunque esto en realidad es bueno puesto que, aparte de que con ello pueden demostrar que verdaderamente significamos algo importante en sus vidas, además nos pueden ayudar a tranquilizarnos, a no sentirnos así o simplemente estar ahí con nosotros haciéndonos saber que podemos contar con ellas pase lo que pase.
Las decisiones pueden compararse en cierta forma con los sentimientos, porque muchas veces también son impredecibles, y porque a su vez provocan también diversas reacciones en nosotros. La mayor diferencia quizá con estos es que están estrechamente relacionados con nuestras decisiones. Quién no ha tomado alguna vez una decisión dejándose guiar por un amor, o por una fuerte amistad, o por evitar el dolor, o por temor a un cambio brusco, o por miedo. Y, sin embargo, aunque muchas veces esas decisiones que tomamos siguiendo nuestras emociones e instintos acaben de mala manera, que no siempre tiene porque ser así, seguimos actuando de esa forma, aún a riesgo de fracasar o de que acabemos mal pues muchas veces solo contamos con las emociones y los sentimientos para llegar a poder tomar una decisión. Pero también debemos pensar más a menudo en como tomamos nuestras decisiones ya que una vez tomadas, muchas veces no hay vuelta atrás con ellas, y seguramente para no arrepentirnos de ellas lo que tenemos que hacer es pensarlas más, tener en cuenta lo conocidos "pros y contras", y sobre todo, estar muy seguro de lo que conllevara en el futuro esa decisión. Y es que nuestra vida y el camino que esta forma es la sucesión de decisiones que vamos tomando, y que una vez tomadas no tienen vuelta atrás.

Reflexiones.

Insostenible. Esa es la palabra que define mi vida la mayor parte del tiempo. Porque a pesar de mis esfuerzos por abstraerme o por fingir que nada de esto está pasando, simplemente se quedan solo en eso, en míseros e inútiles esfuerzos que lo único que hacen es que la realidad que me rodea llegue un poco más tarde a mí y que cuando esta llegue, sea demasiado tarde para lamentarse o para poder hacer algo. 
¿Acaso sirve de algo que me lamente o que aunque muchas noches me acueste llorando para que no me vean mis padres o amigos, luego de cara al mundo siga apareciendo con la misma sonrisa de siempre e intentando que a los que me rodean no les pase nada si yo puedo evitarlo? ¿Acaso el resto haría lo mismo por mí? Muchas veces me pregunto que es lo que harían las personas que conozco si pasaran por la misma situación que estoy pasando yo, si siempre estuvieran pensando en los problemas que tienen aunque luego lo que muestren al resto fuese totalmente diferente, si no pasasen ni un solo día sin llorar o sentirse mal consigo mismos, como defraudados por sus actos y asustados por lo que el futuro pueda significar y deparar. Quizá así me entendieran. Quizá de esa forma no me sentiría tan incomprendida o tan sola. Quizá eso lo hiciera todo más sencillo. Y, sin embargo, cuando lo pienso, no puedo evitar sentirme culpable o egoísta por tener esas ideas ya que jamás les desearía a ninguno de ellos que pasaran por esto, o por nada, porque yo lo que quiero es que ellos sean felices aunque me lleve la vida en ello. 
Supongo que la vida es así, que se compone de etapas malas y de etapas buenas, y que el verdadero desarrollo y el reto de esta es que esas etapas vayan pasando, que se vayan sucediendo una tras otra y que poco a poco vayan conformando todo lo que la compone. La verdad es que cada día voy asumiendo más y más este significado de la vida, así como cada vez me doy más cuenta de que a pesar de que yo me sienta así, no soy la única que lo pasa mal o que tiene problemas, y al igual que yo muchas veces necesito el apoyo de los demás para salir adelante, a los demás también les ocurre lo mismo, y por eso yo quiero estar ahí, para poder ayudarles, apoyarles y cuidarles como se merecen y como me gustaría que hicieran conmigo. Y aunque muchas veces quizá yo no reciba ese trato, eso no significa que yo deba actuar de esa manera pues yo soy libre de tomar mis propias decisiones y de actuar a mi parecer.

domingo, 27 de abril de 2014

Somos lo que la vida nos ha llevado a ser.

¿Acaso se puede ser "demasiado" algo en esta vida? Quiero decir, ¿se puede ser demasiado inocente, o demasiado buena persona, o demasiado flexible? ¿No se supone que la esencia de la vida en sí misma es la no existencia de límites pero sí la coexistencia de diferencias? 
Últimamente, esta es la única idea que me ronda la cabeza. Al pensar en mí, en mi forma de ser, y en la forma en la que los demás me ven, no puedo parar de sentir que con sus miradas me juzgan, y que están atentos ante cualquier cosa que haga para poder sacar sus propias conclusiones acerca de mí sin apenas conocerme de verdad. ¿Qué se supone que debo hacer?  ¿Debo cambiar mi forma de ser para adaptarme al modelo social? Y si finalmente lo hiciera, ¿llegaría a sentirme bien conmigo misma tras haber cambiado todos mis ideales por una sociedad que sino lo hacía, me rechazaría?
Somos lo que la vida nos ha llevado a ser, por eso somos todos diferentes, porque nuestras vidas lo son. Me ha llevado un tiempo aceptar que soy como soy, y que no debo avergonzarme de ello, sino, al contrario, debo estar orgullosa y mostrarme feliz y segura de mí misma. Y, sin embargo, a pesar de haberlo comprendido, parece tan díficil seguir adelante sintiendo que los demás toman una dirección mientras que yo tomo otra distinta.

miércoles, 23 de abril de 2014

Flashsideway

Hay personas que desearía haber conocido desde pequeña para así haber podido sentirme a gusto con ellas desde ese momento, para haber podido ayudarlas desde el principio, y para que, si en el futuro sucede algo, y por alguna razón me tenga que separar de ellas, al menos sepa que las tendré para siempre.

domingo, 20 de abril de 2014

Impás.

¿Puede un acto que en principio se suponía que iba a ser beneficioso y destinado a mejorar las cosas darse la vuelta por completo y volverse en contra tuyo?
He hecho las cosas mal, y por ello me siento la persona más egoísta del mundo. Creí que estaba actuando de forma correcta y con la que podría ahorrarles sufrimiento a los que me importan, y lo único que en realidad estaba haciendo era buscar mi bien propio, sin tener en cuenta la opinión de los demás y lo que eso podía provocar. Ahora he llegado a un impás en el que cualquier cosa que haga va a causar problemas y no sé que puedo hacer. No quiero que nadie sufra, y si alguien tiene que hacerlo, quiero ser yo ya que soy la culpable de todo. He defraudado a los que me rodean, y me he defraudado a mí misma. 
Ahora que intento hacer las cosas bien de nuevo, parece que todo mi mundo se ha vuelto del revés. Las cosas que he hecho para reparar mi egoismo ahora solo están provocando dudas y problemas. Sinceramente no tengo nada claro, solo siento que cualquier cosa que haga va a traer consigo unas consecuencias que no sé que dirección van a tomar. 

Fe y esperanza.

La fe, al igual que la esperanza, se va perdiendo poco a poco, pero siempre queda aunque solo sea una pequeña chispa de ella, porque es inagotable, y lo que hace que sea inagotable es el que ocurran cosas que pensamos que en un principio no iban a ser así.

¿La vida es vida?

Muchas veces, la vida en si misma no es lo que se define, no es vida.

Confianza.

La confianza es algo tan frágil.
Cuando encuentras a una persona en la que puedes depositar tu confianza, te sientes completo, a la vez que sientes que no importa lo que te pase, pues ante cualquier problema, siempre podrás confiar en esa persona, y contarle todo lo que te ocurra y te pase, al igual que sabes que esa persona te escuchará y procurará ayudarte mientras se guarda todos tus pensamientos.
Creo que la peor sensación que puede percibirse en el mundo es la traición de una persona en la que confías. Peor que el desamor. Peor que el engaño. Peor que la mentira. Cuando una persona de tu confianza te traiciona revelando alguno de tus pensamientos a otra persona, uno es incapaz de encontrar palabras para poder describir lo que siente en su interior. Es como una mezcla de tristeza por lo que ha ocurrido, enfado al no entender porqué lo ha hecho, rabia por no darte cuenta de que esto podía llegar a pasar, miedo a quedarte solo y dolor por la traición. Pero quizá lo peor de todo es el no saber que va a pasar, el no conocer si algún día vas a poder volver a depositar en alguien esa pequeña y frágil cosa que representa tu confianza, y que tanto te ha hecho sufrir, y que provoca en ti tanto miedo, tanta inseguridad y tanto dolor.

lunes, 7 de abril de 2014

Otra vez.

Y así estoy otra vez, buscándome a mí misma de nuevo en esta oscuridad infinita que parece que es mi vida. 
Lo poco que tenía claro se ha desvanecido, como humo entre mis pensamientos, como si nunca hubiera estado ahí. Las dudas que tenía, por el contrario, siguen aquí, como unidas con esposas a mis muñecas.

viernes, 4 de abril de 2014

¿Acaso sirve para algo?

Me bombardeo constantemente a mí misma con preguntas que en mi mente no alcanzan respuesta alguna, y que solo hacen que me pase los días perdida en una nube de difusas dudas.
A veces me pregunto que si realmente todo lo que hago sirve para algo, si tiene algún fin o si simplemente lo único que hago es causarme problemas por ser como soy, una indecisa que se deja llevar por los demás, y que jamás dice lo que piensa por miedo a lo que pueda pasar.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Sin duda alguna.

Lo más impredecible, misterioso, y sorprendente que hay en la vida son las personas.

Consecuencias.

Cada cosa que he hecho, cada palabra que me he callado, cada acto que he cometido al final trae unas consecuencias. Supongo que es lo que tiene la vida, que nada es en balde, que todo deja su efecto, su marca, y, al final, esa marca acaba por volver y por darse la vuelta, y por hacerte ver y recordar, a veces de la peor manera, lo que has hecho. Creo que eso es lo que me está pasando en estos momentos, que cada decisión, pequeña o grande, correcta o incorrecta, relevante o irrelevante, que he tomado ha vuelto y me ha explotado literalmente en la cara.
Supongo que es lo que me toca, aguantarme y hacerme cargo de todo lo que he hecho. Es en estos momentos cuando me arrepiento de tantas de las cosas que he hecho y que han ocurrido y que no voy a poder cambiar. Es ahora cuando me doy plena cuenta de la realidad de todo. Y también es ahora cuando sé que lo he fastidiado todo por completo.

domingo, 23 de marzo de 2014

Calma.

El viento sopla con fuerza y agita violentamente las ramas de los árboles, dejándolos desprovistos de sus hojas. Las nubes, con un suave y esponjoso color perla, cubren el cielo hasta donde me alcanza la vista, mientras esconden a un sol deseoso de poder mostrar su luz. El silencio lo llena todo, los pájaros han cesado sus cantos, y solo se oyen en la lejanía los ruidos de la ciudad. 

Con los pies en la tierra.

Acostumbrada a llegar al límite más alto, no se dio cuenta de que a sus pies se aproximaba el abismo.

Sin frenos.

El miedo es el freno más poderoso de todos, no dejes que te atrape.

Basta.

Las semanas se suceden una tras otra sin que haya forma alguna para poder pararlas. 
Cada semana es diferente, y a la vez igual en cierto modo. La rutina de lunes a viernes siempre es la misma: madrugar, bus, clases, bus, estudiar y poco dormir. Quizá lo que cambia únicamente son los fines de semana. Los únicos dos días en los que debería aprovechar para descansar y disfrutar, y, sin embargo, lo único que hago es ser como una montaña rusa en la que los sentimientos ocupan el vagón principal.

He llegado a un punto en el que lo único que puedo decir es basta. Basta de negatividad, de intensos y frecuentes cambios de humor, basta de montañas rusas de emociones y de creer que todo va de capa caída.
La rutina es aburrida, hay que admitirlo, nadie puede decir lo contrario, pero, ¿y qué? ¿Acaso por eso me voy a deprimir, o a rallar, o a asustarme? Nada de eso. Lo que debo y deberíamos hacer todos es salir cada día con una sonrisa de casa, una sonrisa que tenemos que intentar que sea igual o aún mayor cuando volvamos a entrar en casa al final del día. Debemos aguantar la rutina, es lo que nos toca, y si llegamos a un punto en el que se nos hace absolutamente insoportable, debemos buscar maneras que hagan que esta rutina sea diferente cada día, aunque solo sea un poquito. Porque tenemos toda la vida para reír, llorar, disfrutar y sentir, tomemos las riendas de nuestra existencia. Intentemos cambiar lo que no nos gusta de nuestro alrededor y lo que no nos gusta de nosotros, cambiarlo siempre para nuestro bien y el de los demás. Hagamos que nuestra vida sea eso, NUESTRA, y que lo que digan los demás no nos afecte, y que las vidas de los demás no nos importen si no es necesario. Seamos felices, y estemos tranquilos pues en la vida hay tiempo para todo y cada cual decide que hacer con el tiempo que se le ha otorgado.

sábado, 22 de marzo de 2014

Quizá.

Tengo la impresión de que la gente solo se da cuenta de los defectos y de los cambios de los demás, mientras que de los suyos propios pasa completamente. Es extraño. Quizá por eso la gente reacciona de una forma exagerada cuando se les mencionan esos cambios y defectos. Quizá por eso hay tantos problemas y por eso se remarcan tanto las diferencias. Quizá si todos aprendiéramos a vernos tanto exterior como interiormente de forma objetiva nos ahorraríamos tantas gilipolleces y tanto dolor. Quizá sencillamente con eso se acabarían los problemas, o quizá al fin y al cabo no sea tan fácil, tampoco podemos saberlo si nadie lo intenta.

A veces no es suficiente.

El ser como soy muchas veces es un poco problemático para los demás, y también y en especial para mí. Creo que me ha costado mucho darme cuenta de ello. Lo peor es que la forma mediante la que me he llegado a dar cuenta ha sido viendo como todo a mi alrededor se desmoronaba lentamente y como yo tenía gran parte de la culpa, por no decir toda. Pero a pesar de saber eso, no sé, también me ha servido para darme cuenta de lo sorprendente y cambiante que es la gente, así como de las personas que son de verdad y con las que siempre puedo contar. Tengo multitud de cosas que cambiar de mí misma. Tengo que cambiarlas, soy consciente de ello, y estoy intentando hacerlo poco a poco, pero a veces con eso no es suficiente.

Incontrolable.

Muchas veces siento que no puedo controlarme, que no puedo frenar lo que siento en mi interior, y que eso que siento poco a poco me va invadiendo y se va extendiendo hasta que ya no puede parar. Supongo que son cosas que nos pasan a todos. Supongo que con el tiempo cambiará y que ya no será así todo, pero sinceramente no lo sé, ahora es un poco desconcertante.

viernes, 7 de marzo de 2014

Todo me cuesta más.

Tengo la sensación de que cada vez me cuesta más todo. Me cuesta pensar en positivo. Me cuesta encontrar razones por las que levantarme cada día y seguir adelante. Me cuesta intentar aparentar felicidad ante los ojos de las pocas personas a las que les importo de verdad. Me cuesta sentirme a gusto conmigo misma. Me cuesta el no estar pensando en todo momento que estoy sola. Me cuesta el intentar fingir que el ser invisible ante de los demás no me importa. Me cuesta disfrutar de las cosas. Me cuesta encontrar las palabras exactas para expresar la gran cantidad de cosas difusas que siento en mi interior. Me cuesta adaptarme a todos los cambios que han ocurrido y que están ocurriendo en mi vida. Me cuesta respirar. Me cuesta aguantar las lágrimas que inundan todo mi interior. Me cuesta cada cosa que intento hacer. Me cuesta vivir.

lunes, 3 de marzo de 2014

Entre tanto dolor, siempre hay una chispa de alegría.

Me duele ver como poco a poco me estoy quedando sola.
Me duele sentir que muchas personas que tengo guardadas en mis mejores recuerdos ya no están a mi lado.
Me duele saber que ellos siguen con sus vidas mientras que yo me voy estancando y hundiendo poco a poco en la mía.
Me duele cada paso que doy para intentar seguir adelante porque siento que estoy traicionándolos a pesar de que ya no estén aquí, a mi lado.
Y, sin embargo, a la vez que siento todo este dolor, también siento alegría al saber de ellos, y, especialmente, al saber que les va bien, a pesar de que sea sin mí.

domingo, 2 de marzo de 2014

Tengo.

Tengo la sensación de que últimamente veo fantasmas por todas partes. Supongo que será cosa de esto de ser invisible a los ojos de la gente, que me está provocando más desconfianza e inseguridad de la que ya tenía. No sé por qué será, solo tengo claro que no me está trayendo nada bueno. Me he pasado las últimas semanas con mal carácter, y deprimida, y vagando por todas partes sin saber que hacer mientras contemplaba como el resto del mundo seguía con sus vidas perfectas y felices.
Tengo miedo de que esto que me está pasando me llevé a cambiar mi forma de ser, que me transformé en una persona arisca y huidiza, y que por ello acabe sola. Por eso espero fervientemente que solo sea una fase, una etapa que pase como las demás, y que cuando acabe vuelva a ser la misma de siempre, o por lo menos un recuerdo de lo que fui.

sábado, 1 de marzo de 2014

Es curioso.

Me cuesta mucho creer en mí misma, los que más me conocen lo saben muy bien. Digo esto, por no decir que no creo absolutamente nada en mí. Por eso cuando alguien me dice o me insinúa que algo que yo realmente sé o que he hecho no es verdad, me sienta mal, y me pone mal.
Es curioso como últimamente me pasan mucho ambas cosas, al igual que es curioso que, a pesar de que me pase de forma habitual, cada vez me duele más esa desconfianza que tengo y que tienen en mí misma. 

jueves, 27 de febrero de 2014

Un día.

En la infancia, un día sin reír es un día no vivido.
En la adolescencia, y a medida que crecemos, un día sin que no nos quejemos por algo, o no vayamos corriendo agobiados de un lado para otro, o no lloremos, es un día que no ha existido.

Hacia adelante, siempre.

Huir de las cosas no lleva a ningún lado. Quizá únicamente a la soledad.

Lejos de ti.

No sé como sabiendo lo efímero es todo, podemos tener las cosas tan claras. Y es que, algo que hoy es o está de una manera, mañana puede volverse completamente diferente o, incluso, haber dejado de existir. Sin duda, lo más efímero y volátil son las personas. Una persona puede haber estado siempre a tu lado, y al día siguiente, abandonarte, sin motivo alguno. Una persona también puede irse a, según dice la gente, "un lugar mejor", pero, al fin y al cabo, lejos de ti.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Dama de noche.

Y, de repente, cuando frente a ti tienes a una persona que está aún más destruida y harta de todo que tú misma es cuando comprendes la verdadera realidad: da igual todo lo mal o solo que te sientas, debes apartarlo todo a un lado, y empezar a ser fuerte, lo más que puedas, pues esa persona que está aún más hundida que tú te necesita, y te necesita fuerte, segura, feliz y con ganas de mostrarle las cosas buenas de la vida, ya que aunque tú no las aprecies, esa persona si podrá hacerlo, pues se las habrá mostrado alguien al que le importa que sea así. 
Y si tienes suerte, alguien, quizá quien menos te lo esperas, algún día hará lo mismo por ti al verte mal, alguien que se esforzará por verte sonreír y te enseñará todo lo que hace tu vida tan especial.

Es así.

El no estar solo no implica el no sentirse solo, al igual que el estar sonriendo no implica sentirse feliz.

lunes, 24 de febrero de 2014

Un simple gota.

Litros y litros de pesares, de miedos, de dolores, y de desvelos se arremolinan tras el fino velo de mis ojos. Una simple gota más provocaría el mayor de los desastres, el desbordamiento, la desesperación, el fin. Pero aunque esa gota, al igual que muchas otras, llega y se acumula junto con las demás, nada ocurre, nada cambia, solo silencio. Un silencio tan silencioso e imperfecto que duele.

viernes, 21 de febrero de 2014

La vida.

La vida. La mayor parte de ella pasa muy rápido y muy seguida, todos son segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años e incluso décadas...; pero también puede ser lenta y pesada, hacerse eterna. A veces, pocas, no es vida, porque la vida hay que aprovecharla, disfrutarla, recordarla, vivirla en general, pero no siempre es posible. Todos hacemos nuestros propósitos y expectativas respecto a la nuestra, y pensamos que seguramente se cumplirán. Por eso cuando dedicamos la mitad de nuestra vida a algo, lo que sea, esperamos unos resultados, que muchas veces no llegan.

24 Febrero 2012

Buscar y encontrar.

No puedes empezar a buscar sin moverte de tu destino, como tampoco te puedo encontrar si nunca te he conocido.

7 Mayo 2012

Pues lo demás no me importa.

Recuerdos de la infancia que nada más verlos se nos ocurren cientos de pensamientos raros, pero ninguno es: ¿Era feliz? Pues lo demás no me importa.

10 Mayo 2012

jueves, 20 de febrero de 2014

La diferencia.

La diferencia entre amigos y compañeros es que en la amistad, un silencio solo es una pausa entre risa y risa o entre diálogo y diálogo, en cambio, en el compañerismo es una parte esencial de la conversación.

16 Julio 2012

Negar la realidad no lleva a ninguna parte.

No digas no cuando quieres gritar sí. No pienses que lo odias cuando tu corazón siente todo lo contrario. No salgas en la dirección opuesta cuando quieres correr en la suya. No intentes cambiar por alguien al que le gusta como eres. No te engañes a ti misma.

5 Septiembre 2012

Ojalá fuera tan fácil de cumplir.

Si te cortan las alas y no puedes volar, camina; si no puedes andar, arrástrate; haz lo que sea, pero no permitas que los demás frenen tus ganas de seguir luchando. 

5 Septiembre 2012

Abre los ojos.

Abre los ojos, no es oro todo lo que reluce. No es bueno todo lo que nos gusta. No son verdad todas nuestras fantasías. No es amor si no hay comunicación. No es verdad si rechaza tu mirada. No todos los dolores se superan. No todos los recuerdos van a ser buenos.

11 Septiembre 2012

Siempre es más fácil decirlo que hacerlo.

La vida hay que aprovecharla al máximo, porque si nos la pasamos deprimidos o de mal humor, nunca vamos a apreciar todo lo bueno que tiene o que nosotros vamos a darle con nuestro propio toque personal.

12 Septiembre 2012

Siento.


19 Octubre 2013

Me he dado cuenta de que últimamente me paso el día preguntándome como me siento. Creo que eso es lo peor que he podido hacer porque ahora me paso el tiempo hecha un revoltijo de sentimientos.

Siento que me estoy perdiendo todo y a todos, los cambios y la distancia hacen que me esté perdiendo las vidas de los que más me importan. Siento que mis miedos me consumen poco a poco y que lo único que me aportan los demás son más dudas y miedos que jamás había pensado. Siento que no voy a conseguir lo que me propongo. Siento que no soy tan fuerte como creía, ni tan valiente, ni tan capaz de hacer todo lo que antes si parecía que podía. Siento que ya no veo el mismo sentido a la vida. Siento que los problemas me rodean y que no poder contarlos me está hundiendo. ¿Por qué las personas podemos sentir tantas cosas y tan distintas a las vez? ¿No serían nuestras vidas más felices si nuestra mente se concentrará en un solo sentimiento según el momento que estemos viviendo? Quizá solo yo piense esto. Pero a pesar de que las cosas sean así, yo cada día encuentro un motivo para levantarme, para seguir, para salir, para sonreír, aunque en mi cabeza jamás dejen de rodar estos pensamientos.



Lo más curioso de todo esto es que a día de hoy, aún me siento así, e incluso, peor que cuando escribí esto.


sábado, 15 de febrero de 2014

Sé como quieras ser.

Soy de esas personas que cuando le presentan a alguien nuevo siempre lo ve como una oportunidad para tener un nuevo amigo. Quiero decir, nunca prejuzgo a alguien a simple vista, hago como ese dicho tan famoso que dice que "nunca debes juzgar a un libro solo por su portada", pero aplicándolo a las personas. Por eso, siempre que conozco a alguien nuevo, voy con la mente abierta y las mejores intenciones, creo que eso es muy importante.
Lástima que no todos sean así, como yo. Yo me considero una chica normal, la típica adolescente tímida, charlatana en confianza, insegura y siempre esperando a ver que pasa. Pero no siempre el resto me ve así. Y eso lo sé porque se nota, porque hay gente que no sabe disimular y me mira mal, como si me vieran inferior, o ridícula, o diferente, o extraña, o de cualquier forma de la que pueda yo interpretar sus miradas despectivas. Y eso es horroroso, me hace sentir una estúpida y me hace plantearme muy a menudo si debo cambiar mi forma de ser y de comportarme. Son unos momentos muy incómodos para mí porque la verdad es que nunca he sido una persona muy segura de mi misma y porque los recientes cambios que han dado completamente la vuelta a mi vida me han abierto un mar de dudas del que parece no haber salida y en el que poco a poco me hundo con mi soledad y mis miedos.
Pero llega un punto en que me digo a mí misma que tengo que abrir los ojos y pensar claro. Es entonces cuando me doy cuenta de que lo que piensen los demás sobre mí me tiene que dar igual, especialmente si viene de personas a las que tengo claro que no les importa lo que me pase. Soy como soy, y son los 16 años que he vivido los que me han llevado a ser así, cada persona que he conocido y con la que he compartido mis secretos, mis ideas, mis recuerdos y mis momentos, tanto malos como buenos me ha influído y me ha marcado el camino a seguir. ¿Qué a veces me entran dudas sobre mi forma de ser? ¿Y a quién no? Cada vez creo más y más firmemente que debo serme fiel a mí misma independientemente de lo que me digan los demás, a no ser que me lo digan por mi bien, porque hay una gran diferencia entre ser capaz de aceptar un consejo de amigo que entiendes que es por tu propio bien, y saber aceptar una crítica que lo único que va a provocar son inseguridades.

Adiós lamentos.

La vida no está hecha para pasarla lamentándose.
Creo que esa es la mayor verdad que he podido aprender estos días tras mucho pensar.
Ahora supongo que debo resignarme, no sé, seguir adelante esperando a ver que pasa. De nada me sirve ir llorando por los rincones o arrepentirme de todo lo que ha pasado porque ya no puedo volver atrás. Aunque no estoy segura de nada en estos momentos, no sé, supongo que todas las decisiones que he tomado, todas las cosas que he hecho, todo lo que he conseguido, todo me ha llevado a la situación en la que estoy ahora.
No sé, el futuro me asusta, quizá cada día un poco más. Pero a la vez que me asusta, también estoy deseando ver que me depara, y que pueda llegar un día en el que vea cumplidos todos mis sueños, objetivos y aspiraciones, y pueda sentirme orgullosa de mi misma y feliz, muy feliz. Tengo claro que aún me queda mucho camino por recorrer para llegar a ese día, por eso cada vez que estoy mal, cada día que no encuentro motivos para levantarme, cada vez que estoy sin fuerzas para nada, pienso en ello y en que debo seguir, siempre hacia adelante, por mucho que me cueste, por muy duro e infinito que me parezca el camino, por mucho miedo que me dé el no saber que va a pasar, por muchas personas que me quieran frenar, debo sobreponerme como pueda. Esa es mi meta del día a día.

sábado, 8 de febrero de 2014

La realidad es dura.

Sentirme como una inútil, eso es lo que me va, eso es lo que estoy demostrando a la vida.
Aún no tengo claro ni donde estoy ni por qué estoy aquí, no sé por qué cambié de un día para otro de vida es un dilema que me desvela cada noche y cada día.
Suelo pasarme los días imaginando como sería todo si nada hubiera cambiado, si yo no lo hubiera resquebrajado todo.
Estoy cansada de todo, mis esfuerzos ya no sirven para nada. 
Estoy harta de luchar para luego lamentarme y descubrir una y otra vez que la vida no da segundas oportunidades.
Me siento sola, más de lo que jamás me he sentido.
Siento que no le importo a nadie, y que a los que les importo no se preocupan por mí, en gran parte por mi culpa, por no querer quitarles el velo de los ojos y mostrarles como es la realidad de mi día a día.
Solo quiero cerrar los ojos, volver a abrirlos y descubrir que todo ha sido un sueño. Pero las cosas no son así, si todo fuera tan fácil, no me acostaría cada noche con lágrimas en mis ojos.

lunes, 3 de febrero de 2014

Retales de mí.

Hay veces en las que soy como un libro abierto. Mi cara refleja cualquier pequeña variación que experimenten mis emociones, y lo hace tan notablemente que cualquiera que esté a mi alrededor lo nota, y se siente responsable de ese cambio. 
Esa es la peor parte de todas, el que se sientan culpables por ello. Y es que la mayor parte de las veces que mi libro abierto "pasa una página", no suele haber ningún culpable, salvo quizá yo, y mis mil y un torbellinos de pensamientos e ideas desquiciantes.
Y, en cambio, otras veces soy una especie de ninja, una maestra en el arte de ocultar mis emociones y pensamientos. Normalmente, suelo serlo cuando estoy en una situación que me causa mucha vergüenza, es entonces cuando mis pensamientos quedan al margen de mi mirada y pasan al rincón escondido de mi mente. Por desgracia, mis emociones deciden expandirse, y por mucho que yo intente y consiga que mi expresión esté impecablemente neutra, no puedo evitar que un fino y delicado rubor color cereza cubra suavemente mis mejillas. Aunque eso no solo me pasa en situaciones así, también me ocurre cuando me dicen algo bonito, o cuando hablan de mí estando yo delante, independientemente del sentido hacia el que vaya. 
Donde verdaderamente soy una experta en ocultar mis emociones y pensamientos en lo más profundo de mi ser es cuando estoy mal, realmente mal, y no quiero que los demás lo perciban. Es entonces cuando despliego todo mi arsenal de miradas, sonrisas y temas de conversación que espero que consigan que nadie note ninguna diferencia entre mi yo feliz de verdad, y mi yo feliz de apariencia.
Pero suele ser en esos momentos cuando distingues a los amigos de verdad. Un amigo de verdad es aquel que con solo mirarte una vez sabe lo que te ocurre, y el que con una palabra o una mirada de complicidad, sabe cual es tu mensaje hacía él. Un amigo de verdad es el que te deja su hombro para llorar, y el que se pasa el resto del día intentando hacerte reír de cualquier manera para no tener que ver de nuevo aquellas lágrimas rodando por tus mejillas. Un amigo de verdad es el que te cuenta desde sus más ocultos secretos hasta sus más oscuros miedos sabiendo que jamás saldrán a la luz porque tiene verdadera confianza en ti. Amigos..., que haríamos sin ellos. Y, sin embargo, saber que los amigos de verdad son así y comportarme como una ninja con ellos duele, y mucho. Duele porque es como traicionarlos, es como quitar por un instante la confianza que he depositado en ellos, es como un acto de cobardía que al fin y al cabo solo hago para protegerlos, pero eso no sirve para que deje de doler.
Quizá no sería tan malo ser como un libro abierto al fin y al cabo. Quizá de esa forma pudiera evitar tantas actuaciones y tanto espectáculo. Quizá así todo fuera más fácil. Quién sabe.

domingo, 2 de febrero de 2014

¿Ahora qué?

Me dicen que no voy a llegar a nada y yo les creo. Les creo porque no soy tonta, porque hace tiempo que veo las señales en el camino, porque ya no me siento capaz de seguir, de luchar, de caer y volver a levantarme, de creer en mí, de vivir. Solo tengo ganas de que este pozo infinito que es mi vida se acabe, que por fin llegue al fondo y me quede para siempre ahí, sola, sin arrastrar a los que más quiero porque sé que ellos deben seguir adelante, independientemente de mí, de lo que sienta, o de lo que crea. Estoy cansada, cansada de todo, ya no encuentro fuerzas para hacer nada. Las personas que me quieren, me conocen y me cuidan quieren que siga adelante, pero me doy cuenta de que cada vez tengo menos gente a mí alrededor, me abandonan, cambian sus vidas para adaptarlas a un mundo sin mí, y yo cada vez me siento más sola y más deprimida. Y a pesar de todo, aún sigo cada día, sobreponiéndome como puedo a todo esto, levantándome cada mañana para soltar sonrisas a diestro y siniestro, sonrisas que hacen que me termine doliendo el alma, sonrisas que hacen que estire más y más la fina cuerda que me une a la realidad, sonrisas que solo consiguen que la gente no piense en mí o en lo que me pase, sonrisas tras las cuales escondo mis más profundos temores, sonrisas que cuando llego a casa se convierten en mares de lágrimas, sonrisas al fin y al cabo. Y, además de sonreír, hablo, hablo y mucho, porque hablando evito que me pregunten, porque así siento que sigo siendo yo, mi yo de antes, la que no fingía sonrisas, sino que las sentía y la que hablaba por los codos, porque siempre sentía que tenía algo que contar. Pero ya no, ya nada es así, todo cambió sin apenas darnos cuenta, todo se esfumo como si jamás hubiera sido así. Y yo sigo aquí, sola y sin ganas, y cuando me pongo a pensar solo soy capaz de preguntarme: y ahora, ¿ahora qué? 

sábado, 1 de febrero de 2014

Libertad.

La palabra libertad suena siempre tan bien. Es pensarla o simplemente pronunciarla y, ya está, alegría al instante. Es un pequeño trocito de felicidad escondido tras el fino velo de una palabra.

Nada bueno hay detrás de una crítica.

Para mi desgracia, soy de esas personas a las que les importa la opinión de los demás, y mucho. Por eso creo que intento estar pero no estar, como estar aparte, a un lado, pretendiendo pasar desapercibida. Y muchas veces, lo logro, logro no ser ni centro de atención, ni de miradas. Pero, a pesar de ello, no logro que no se acuerden de mí, o de todas y cada una de las abundantes tonterías que hago a lo largo del día, y ocurre lo inevitable, hablan de mí. Se supone que todos estamos preparados para soportar críticas, tanto constructivas como destructivas, pero, no sé, una crítica siempre duele. Y si encima todas las que hace la gente son de la misma clase, no solo duelen, sino que hunden a uno en el lugar más profundo de su ser. ¿Y qué provocan? Pues, un millón de emociones y sensaciones, como depresión, estrés e insatisfacción por cómo es uno mismo, que lo único que hacen es ocasionar problemas a la persona que las recibe, pues es ella la única que les da verdadera importancia.

Las apariencias engañan.

Por fuera una sonrisa. Por dentro, una cascada de emociones bañada por mis lágrimas.

Sin rumbo.

No sé cual es el paso siguiente, o el paso anterior. No sé cuál es mi camino.

¿Qué sentido tiene seguir?

¿Acaso merece la pena vivir realizando tantos sacrificios? ¿Se puede llamar vida si prácticamente no se "vive"? ¿No es casi mejor acabar con todo para dejar de sufrir?

Como pasa el tiempo, como cambian las cosas, como poco a poco, nos quedamos sin horas.

Nada es igual ya. Crecemos, cambiamos, pensamos cosas que ya no son ciertas.

Pero, aunque esto ocurra, no debemos dejar de creer, de vivir, de sentir, de sufrir, de intentar, de superarnos, de salir, de disfrutar, y mucho más. Pero lo que nunca debemos hacer es cambiar, eso es lo que tenemos que conservar, no siempre, no mucho, solo debemos mantenernos igual que antes, porque los cambios no son solo buenos o malos, sino cambios que nos transforman, que nos unen, que nos separan, que pasan sin poder remediarlos, cambios.

Por eso creo que todos debemos mantener con nosotros una pequeña parte de cada etapa, de cada día, de cada momento, y aunque no los recordemos, que intentemos tenerlos y saber que siempre estarán ahí presentes, sin cambios.Y saber que cuando llegue el momento, los recordaremos y al pensar en ellos, se nos dibujará una sonrisa en nuestra cara, nos transportaremos a esos momentos, los volveremos a vivir como si fuera la primera vez, eso es lo que importa, lo que hay que conservar, y no cambiar jamás.

sábado, 25 de enero de 2014

Cosas que nos enseña la vida.

Lloramos porque queremos ocultar la realidad a nuestros ojos y al mismo tiempo ocultarnos nosotros de la realidad.

Lloramos por múltiples causas, la más común, la tristeza, porque con cada lágrima sentimos que nos quitamos un peso de encima y, a su vez, que dentro de cada lágrima se marcha un problema, que al salir, se desvanece.

No siempre es malo llorar, igual que tampoco siempre es bueno reír. Yo no lo clasifico, sino que lo  siento. Porque si todos estos actos van acompañados de sentimientos, ¿qué otra cosa podemos hacer con ellos que no sea sentirlos?

La lección que la vida me ha enseñado es: La próxima vez que quieras llorar o que quieras reír piensa muy bien porqué o por quién lo vas a hacer porque no vale de nada malgastar nuestras lágrimas y nuestras carcajadas si el momento no lo merece.

21-06-13

Recuerdos.

La vida está llena de recuerdos, felices y tristes; grandes y pequeños; buenos y malos. Cada recuerdo acaba cuando empieza el siguiente, como en una cadena, una larga cadena que da vueltas y vueltas, y que cuando nos apetece, se abre para nosotros y nos muestra esos momentos, nos hace revivirlos, sentirlos, desear regresar a ellos.

Cada cosa que hacemos, cada acto que cometemos, forma un nuevo eslabón en nuestra cadena. La gran duda es: si todos conocemos esto, ¿por qué no todos nuestros recuerdos son dulces? ¿Por qué si sabemos que esos momentos nos acompañaran siempre no intentamos que al menos todos sean buenos?

21-06-13

Detalles.

Suspiros como gotas de lluvia.
Latidos como pasos al viento.
Notas como fuentes de luz.
Espejos reflectores de sueños.

Personas.

Personas que van.
Personas que vienen.
Sus pasos resuenan.
Pero nunca se detienen.

El paso del tiempo.

365 días con su sol y su luna pasan velozmente frente a mi ventana. El tiempo vuela, dicen. Para mí, más que volar, huye.

jueves, 23 de enero de 2014

¿Dónde está el límite entre felicidad e infelicidad?

Nos pasamos la vida rodeados de límites.

Algunos son tan comunes que casi ni los notamos, como los horarios. Otros los establecemos nosotros mismos sin darnos cuenta, aquí estarían las cosas que nos creemos capaces de hacer o que no, nuestra forma de expresar las cosas, las diferencias entre lo que pensamos y lo que acabamos diciendo, y así. Por eso me resulta muy curioso que en algo tan importante como es el tema de la felicidad nadie haya establecido un límite, una barrera, una pequeña marca que nos ayudara a distinguir en que momento una persona pasa de ser o sentirse feliz a infeliz. 

martes, 21 de enero de 2014

.

Es extraño como mientras las cosas malas se van acumulando, como si fueran formando una pirámide, las cosas buenas se acercan, llegan, se mantienen un tiempo, y se van, como si nunca hubieran estado ahí.

Aunque también hay cosas buenas que se quedan, como la experiencia o las grandes personas. Esto es lo que le da cierto sentido a la vida.

Sensaciones.

No sentirse bien en ningún momento, ni siquiera cuando uno puede estar relajado o respirar profundo por una vez en meses.
No lograr saber que es esa sensación extraña que sientes cada segundo, de cada hora, de cada día, y así sucesivamente.
Solo saber que no es felicidad, pero tampoco infelicidad. Es algo diferente, lleno de misterio, y de dudas. Algo que te provoca dolor, y miedo, y desconfianza. Algo que muchas veces parece que te va a consumir por dentro hasta no dejar ni rastro de ti, y que es incontrolable e insaciable. Algo que no parece tener salida o solución, solo variaciones y dolor, mucho dolor.

¿Y quién no?

Mentirme a mí misma como forma de supervivencia.

Sueños.

Prefiero ponerme a leer antes de dormir mi libro favorito de miedo que ponerme a estudiar y acabar soñando con mis propias pesadillas en lugar de las ficticias e idílicas.

Pequeños placeres de la vida.

Ir escuchando tu música preferida con los cascos mientras contemplas el paisaje a través de los cristales del coche es una de las sensaciones más perfectas que existen.
Sientes como si el mundo fuera tuyo, aunque sea tan solo un instante; como si todos los problemas que te rondan la cabeza constantemente se desvanecieran por un momento; sientes algo parecido a la felicidad.

Detrás de una sonrisa.

A veces, el gesto más doloroso que tienes que hacer es una sonrisa.

Una sonrisa que dé esperanza a los que te quieren mientras que a ti te deja con un nudo en la garganta, y millones de sentimientos enfrentados.

Bienvenidos :)

Bueno, en esta primera entrada con la que inauguro mi blog quería explicaros que este blog es y va a ser mi modo de expresarme, de liberarme, de plasmar mi pasión por la escritura en este pequeño mundo en el que se va a convertir mi blog. 
Todo lo que voy a escribir va a ser original, sincero y casi siempre sobre lo que siento. Una vez aclarado esto, espero que os guste y que os sintáis identificados, prometo contestar a todos vuestros comentarios y sugerencias, solo tenéis que decirlas.