Nos pasamos la vida rodeados de límites.
Algunos son tan comunes que casi ni los notamos, como los horarios. Otros los establecemos nosotros mismos sin darnos cuenta, aquí estarían las cosas que nos creemos capaces de hacer o que no, nuestra forma de expresar las cosas, las diferencias entre lo que pensamos y lo que acabamos diciendo, y así. Por eso me resulta muy curioso que en algo tan importante como es el tema de la felicidad nadie haya establecido un límite, una barrera, una pequeña marca que nos ayudara a distinguir en que momento una persona pasa de ser o sentirse feliz a infeliz.
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