FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

martes, 28 de febrero de 2017

Inciso.

Siento mis mejillas arder como si de un volcán en pre-erupción se tratasen, y podría decirse que es así.
Torbellinos de lágrimas pretenden salir de las pequeñas ventanas al mundo que cesaron de iluminar el camino para volverlo algo borroso e invisible, al menos hasta que la calígine de la tormenta interior pase y algo de luz se cuele entre la barrera de pensamientos, que establezco cuando las palabras dejan de tener sentido. 
Todo se mueve a mi alrededor, y en mi interior también, lo cual hace que parezca que vivo en un terremoto constante cuando realmente la única que tiembla desacompasadamente soy yo. Mi sismógrafo interno lleva años estropeado, tantos como yo llevo ofuscándome y expresando con mi piel aquello que no se puede etiquetar.
Contemplo mi reflejo como alguien que me mira y no sabe qué soy, hace tiempo que no deja de ser así, que haga lo que haga parece que caigo y caigo, como si de un pozo al fin del mundo se tratase, pero siempre acabo encontrando una mano que me ayuda a tenerme en pie, aunque sea momentáneamente, a la espera de mi siguiente ola de calor.

Contrastes.

La discordancia entre mi forma de actuar y pensar con respecto a la sociedad y a los valores de la misma, y la forma de actuar y pensar con respecto a lo que siento, veo, quiero, necesito y espero de la vida hace que me deba replantear las cosas sucesivas veces antes de poder llegar a un lugar lógico y cómodo.
Me considero liberal en todos, o prácticamente todos, los ámbitos de la vida, pues intento no cerrarme a nada y avanzar con la mente abierta para evitar prejuzgar, radicalizar y equivocarme. Sin embargo, en algunos aspectos tengo una tendencia que podría denominarse como clásica, ya que necesito una serie de cosas para sentirme cómoda, segura, en mi propia zona de confort, lo cual no hace nada salvo beneficiarme, ya que hasta que no tengo una base sólida sobre la que apoyarme, decido no opinar del tema más allá de lo que mi propia experiencia previa pueda permitirme.
Sin embargo, pese a que esto es algo bueno y fácil de conseguir y lograr, también es un punto débil a considerar ya que en ese proceso de conocimiento y adaptación, la gente puede ver una oportunidad perfecta para intentar influenciar esa borrosa perspectiva que estoy deseando definir, y las cosas pueden no salir como esperaba al equivocarme situándome en una postura con la que no me siento identificada.
Por lo general, me rodeo de personas de confianza, que a la vez que me expresan su opinión con respecto a diversos temas, entienden que yo pueda precisar de algo más que palabras para llegar a extraer todo el jugo que se pueda sacar a la verdad, a lo que hay y a lo que no, a lo oculto, a todo.
La experiencia se alcanza a través de experiencias, valga la redundancia, buenas y malas, conocidas y desconocidas, deseadas y no deseadas, y somos conscientes de que muchas veces el camino no es el mejor, pero también que la huella de todo ello permanece junto a nosotros.
Claro está que, si no me replantease en todo momento el por qué de aquellas sensaciones que invaden mi mente a cada instante, quizá podría llegar a algo más potente desde un principio. Lo irónico es que ya le doy vueltas hasta a aquello que creía tener bastante definido, por lo que sólo llegó a la conclusión de que conozca o desconozca un tema, tengo que encontrarme muy segura como para no modificar de un momento a otro lo que pensaba sobre él, o tener que cambiar mi forma de actuar porque sienta que hasta ahora nunca lo hice bien, o porque los demás no sean como yo en ese sentido.

viernes, 24 de febrero de 2017

Trébol.

Sabía que las casualidades existían pero no fui consciente de lo mucho que influyen en nuestras vidas hasta que te conocí.
También sabía que los nervios y la vergüenza son algo innato en mí, pero jamás me había sentido tan nerviosa como cuando pienso en ti, cuando estoy a punto de verte, o simplemente cuando estoy a tu lado, ni me había sonrojado de manera tan dulce ni tan a menudo como cuando alguien se refiere a nosotros de forma (in)consciente pero a la vez bonita y curiosa, o simplemente un rápido recuerdo sobre nosotros atraviesa mi mente, dejando a su paso una estela con un sinfín de sensaciones.
Y es que sólo tú eres capaz de que por un segundo pare de pensar en un millón de cosas a la vez para centrarme en sólo una, en ti, en nosotros.
Me gusta cuando nos intercambiamos los papeles y me cuentas tus planes, tus sueños, tus proyectos, mientras yo escucho fascinada todo lo que me dices porque viniendo de ti me resulta todo interesante y porque me permite saber cada día un poco más de ti.
Cada vez que me saltas con un "¡guapa!", mi corazón pega un pequeño saltito de regocijo porque eres tan amor que te encanta simplemente pillarme desprevenida y ver mi reacción, tanto a esto como a todo.
El amor es tener a alguien que te pregunte qué te pasa a cada instante sin necesidad de decir nada, que te cuide y te mire siempre como si no hubiese nada más. Esto era algo que yo ya intuía pero que contigo he podido aprender, sentir y valorar que es así realmente, que una mirada basta para que millones de pensamientos acerca tuyo me embriaguen pero una sola pregunta pueda servir para conocerlos todos.
El magnetismo entre nosotros es tan evidente que tus labios resultan como un imán para los míos, para callarte con ello mientras una sonrisa se desliza en nuestras comisuras y nuestros ojos se cierran dulcemente.
Que tú eres la noche, la luna, la calma, la fiesta, y yo mientras soy el día, el sol, la tempestad, el hogar.
Una cosa que me encanta de lo que tenemos es que da igual cuánto haya pasado desde la última vez que nos vimos, un día, una semana, un mes, siempre nos recibimos como si nada, una sonrisa, un beso, un qué tal, y todo es como siempre, como si la distancia entre nosotros fuese un suspiro, y realmente con esta naturalidad, es así como se siente.
Eres de esas pocas personas que han llegado a sacarme de quicio, cosa que tenía clara que podía pasar desde un principio, pero, a su vez, también formas parte de aquellas que han conseguido que tras ello les mire de una forma diferente, más profunda, más vívida.
Cuando tus amigos te dicen que has cambiado, que yo te he cambiado, siento algo cálido en el centro del pecho, pues no sabía que yo era capaz de hacer que alguien cambiase por mí, ni había sentido nunca esa sensación antes. Pero luego pienso, y no creo que hayas cambiado, al menos no como la propia palabra dice, sino que en mí has encontrado a alguien con quien ser tú mismo, al igual que yo he encontrado en ti una comodidad que me hace sentir como si estuviera en casa, estemos aquí o allí, o donde nos lleve la vida.
Con el tiempo me ha dado cuenta de que somos más iguales de lo que creía, sobre todo a la hora de administrarnos nosotros mismos lo que sucede a nuestro alrededor, y es que, pudiendo y queriendo resolverlo por nosotros mismos, no queremos preocupar a nadie más, al menos hasta que la cosa se vuelve insostenible y ya no somos capaces de ver siquiera la solución. Es una parte admirable, pero que al compartirla ambos hace que a veces estemos lejos sin quererlo, no hablo de kilómetros, hablo de sensaciones. Es nuestra capacidad para volver a encontrarnos en las tinieblas del pensamiento la que me hace sentir viva de nuevo, y un poquito más cerca de ti, de nosotros.
La prueba más grande de lo que significa todo esto es lo mucho que me ha costado y me cuesta encontrar estas palabras para acabar describiendo con ellas tan sólo una mínima parte de lo que verdaderamente es lo nuestro.

domingo, 12 de febrero de 2017

Chip.

"Qué le voy a hacer si el mañana nadie sabe,
qué le voy a hacer si el futuro está en el aire."

Plagamos nuestra vida de ojalá(s), lo siento(s), gracias, mañana, cuando deberíamos llenarla de te quiero(s), hablemos, hoy mismo, siempre.
Nos pasamos el tiempo intentando entender porque nosotros, o los demás, hemos hecho/dicho/pensado algo, cuando somos plenamente conscientes de que el pasado no se puede cambiar, el presente es volátil y frenético, y el futuro es un misterio que va de la mano de cualquier cosa que hagamos, tenga sentido o no.
Saturamos nuestra mente de sueños, a cada cual más improbable, pero algunos realistas, sinceros, fuertes, los cuales en ocasiones dejamos de lado por creernos incapaces de lograrlos, por no contar con los recursos para poder iniciarlos, como para alcanzarlos si estamos así. Sin embargo, somos incapaces de dejar de suspirar de cuando en cuando un ojalá, (per)seguido de alguna retahíla relacionada con la lista de deseos que a cada instante transportamos con nosotros. Es necesario que aprendamos a distinguir aquello que podemos conseguir, o al menos probar, de aquello que simple y llanamente es una fantasía, dulce, emocionante, pero imposible más allá de los límites de nuestra imaginación.
Nos resulta inevitable percibir esa noción de responsabilidad, de saber que aquello que pasó lo condicionará todo, de sentir que de una manera u otra la culpa es tuya y que siempre vas a llevar la etiqueta de acusado grabada a fuego en tu piel. Pero tratar de arreglar las cosas con un lo siento es inútil si sientes que aunque te perdonen, tú te vas a seguir acusando de haber hecho las cosas mal, incluso en los momentos en los que reconoces que era la única opción posible para salir del atolladero, para reaccionar, para avanzar. No cesamos de repetirnos que los actos valen más que las palabras, ahora tenemos que dar forma a esa cita que tan grabada tenemos y que apenas seguimos, empezando por uno mismo.
Dar las gracias y recibir ese agradecimiento es una de las cosas más bonitas y apreciadas que existen, no quiero ponerlo en duda ni mucho menos, lo único que pudiera querer que cambie es que a veces pretendemos abarcar demasiado tras esa sencilla y poderosa palabra, bien porque quizá no es suficiente, bien porque la persona a la que la destinamos no es la correcta, o bien porque no era realmente necesario, sobre todo cuando hacen o haces una cosa porque crees que debe ser así y nada más.
Uno de los refranes más conocidos y de los más repetidos sin duda es "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Creo que no hace falta decir más, todos sabemos que el aquí y el ahora son todo o nada, y que por diversas obligaciones  no podemos aprovecharlos como se merecen, pero tenemos que creer en el poder de las cosas que hacemos, porque no sólo les aportamos vida, pasión, color, luz, alma, esencia, sino que además poseen su trasfondo, nuestro trasfondo realmente, y eso es de lo más grande y particular que existe.

No cesamos de leer por todas partes que si quieres a alguien, debes pregonarlo a los cuatro vientos, o susurrárselo al oído hoy mismo, porque para mantener y hacer que crezca aquello que nos acompaña hace falta hablar, y no sólo unos minutos, unas horas, unos días, si no siempre.

jueves, 9 de febrero de 2017

Lumen.

"La felicidad se puede hallar hasta 
en los más oscuros momentos, 
si somos capaces de usar bien la luz."

Sabes que algo es importante y especial cuando pese a no participar directamente en ello, la alegría y el cariño que te provoca es igual o incluso más grata que la que sentirías en el caso de formar parte. Eso es lo que me pasa por la cabeza y por el corazón cuando pienso en lo que tenéis, algo que va creciendo día a día al igual que lo que siento yo al veros a vosotras, al compartir vuestros momentos por separado y en conjunto, al saber que en cierta medida el destino, junto a mi persona, hicimos esto posible, pero que verdaderamente es todo por, para y gracias a vosotras.
La mejor forma de entender lo grande que es todo esto que formáis creo que es quizá vislumbrar por separado aquello que se ha hecho conjunto. Porque estar con cada una de vosotras, salir a tomar algo, ver una película, dar un paseo, o simplemente hablar, es algo curioso y confortable y que no cambiaría por nada, o mejor dicho por casi nada. Si tuviera que cambiarlo por algo en concreto, sería por aquellos momentos que tengo el gusto de compartir con vosotras cuando estáis juntas, pues os complementáis de una manera única, tan única como sois, y a la vez es totalmente distinto a cada instante que compartimos por separado, pues la luz de vuestra mirada, el calor de vuestras sonrisas o el sonido de vuestras voces, es increíble cuán maravillosos se vuelven todos esos detalles cuando compartís un mismo espacio. Estáis tan conectadas que cuando me queréis contar algo, una lo piensa, la otra lo menciona, y ambas os vais turnando alternativamente para hablar, de forma delicada y precisa, para que al final entrelazando ambas partes se consiga un gran relato narrado.
Como todo camino en la vida, este no fue, es, ni será fácil, pero eso sólo es un añadido más que hace que esto que 6 meses atrás comenzó sea mágico, pues por las cosas sencillas no se lucha, no se pelea, no se arriesga, no se sacrifica, no se cambia, simplemente te dejas llevar, te adaptas. Sin embargo, vosotras tiráis para adelante de todo esto, con uñas, dientes, sudor y sangre. A veces una sola, cuando la otra no encuentra esa pequeña estrella que tibiamente ilumina el camino, pero en casi todo momento ambas, hablando, opinando, construyendo, porque de eso se trata, primero de construir y luego de fortificar, y no conozco fuerte más resistente y duradero que el vuestro. Porque puede haber muchas cosas en contra, incluso vosotras mismas en momentos de incertidumbre, pero siempre resiste, se mantiene erguido, y como bandera, vuestro amor, vuestra fuerza, vuestra capacidad de sentiros en la distancia, de superar los kilómetros que no son más que números, de ver maravillas en pequeños detalles que compartís, ya sea juntas o separadas.
Porque cuando tienes la certeza de que una cosa es temporal, no malgastas el tiempo en pensar planes de futuro, simplemente esperas a que alcance su punto álgido y te marchas sabiendo que en algún momento todo se esfumará de tus recuerdos. Con vosotras es todo lo contrario, a cada momento, cada día, cada segundo me atrevería a decir, pensáis en la otra, en su felicidad, en su estado de ánimo, y para aseguraros de que este último siempre sea el mejor de todos, planeáis deslumbrantes sorpresas en forma de regalos, escapadas, nuevas experiencias, películas para ver y descubrir juntas, y cuando todo eso no basta, sabéis que es el punto para simplemente estar y ser vosotras mismas, la una con a la otra, literal o figuradamente (aunque uno está donde desea estar, allí donde está la principal razón de su existencia), con eso basta. Vuestros sueños y vuestro futuro tienen nombre y apellidos.
Yo no sé cuánto durará esto, no sé cuánto duraré yo misma siquiera, pero es parte de la chispa de la vida, esa sensación de desconcierto que a veces sólo se reduce un poco cuando alguien te otorga estabilidad, aunque luego pueda suceder que las tornas cambien, pero estamos aquí, en el hoy y el ahora, y es lo único que importa.