FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

jueves, 21 de diciembre de 2017

Escuderos.

A tu lado todos los días parecen la más maravillosa de las tardes de verano.
A tu lado un café es cualquier cosa menos un momento aburrido, o algo por obligación.
A tu lado ver una película es toda una aventura, es como que no hay película a la que tu presencia no le dé significado.
A tu lado mis sonrisas son verdaderas.
A tu lado cualquier rato es único.
A tu lado no se puede estar sin un helado en la mano.
A tu lado aprendo muchísimo más de lo que creí que pudiese aprender.
A tu lado escucho en silencio, porque es mucho más prestoso sentirse escuchado que hablar en todo momento.
A tu lado cualquier cosa es divertida porque te animas a todo.
A tu lado todo parece tan sencillo, tan feliz, tan travieso.
A tu lado me siento muy cómoda y segura.
A tu lado descubrí y descubro una persona que no sabía que podía conocer.
A tu lado sólo me vienen a la mente nuevos recuerdos.
A tu lado aprendí y aprendo cada día, con cada pregunta y cada paciente respuesta.
A tu lado la música adquirió sentido y forma de felicidad, y de todo.
A tu lado siento que da igual dónde estemos, siempre hay algo que nos une.
A tu lado los audios largos se ven correspondidos, escuchados y compartidos.
A tu lado entiendo muchas más cosas, aunque son difíciles porque muchas veces chocamos.
A tu lado aprendí a querer los libros y a decidir por mí misma.
A tu lado voy a saber lo que de verdad es salir de fiesta.
A tu lado todo es igual siempre, estable, como si no me fuera y viniera alternativamente.
A tu lado, tras las broncas, hay un cariño que no se puede medir.
A tu lado los paseos eran lecciones de vida, el mejor momento de toda la semana, el mayor de los regalos.
A mi lado todo es extraño, pero para estar al lado de alguien tengo que estar, ser y querer. Así funciona todo, y así es.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Ángel.

¿Por qué sentimos la necesidad de contar con un ambiente exclusivo?
¿Por qué no nos damos cuenta de que esto es así nada más que cuando deja de ser como hasta ahora fue?
¿Por qué tendemos a menospreciar todo aquello que no alcanza nuestras desconocidas expectativas, nuestros impuestos canones?
¿Por qué somos tan capaces de cortar por lo sano sin pensar en los demás, hasta tal punto que sólo caemos en lo que se sufre, en lo que se llora, en lo que se desgarra, una vez que alguien nos hace pasar por lo mismo?
La vida es complicada, enrevesada, constante, tirante e imprevisible. Y aún así, eso no nos basta, pues somos nosotros mismos quienes acabamos haciendo de ella lo que nos parece, en cada momento, que es lo correcto, primero actuando y luego pensando la mayor parte de las veces, y solamente viceversa cuando creemos saber lo que se nos viene encima.
Las personas somos iguales que la vida, con una peculiar característica añadida: cuando descubrimos qué es lo que nos hace bien/mal, tratamos por todos los medios de mantenerlo/sacarlo. 
Muchas veces se convierte en un sinsentido pues algo que nos hace bien pero nos asusta acaba lejos, mientras que algo que nos atormenta permanece intachable, sin muestra alguna de repudia.
Otras veces, todo transcurre de manera tan monótona, tan lenta, que tardamos muchísimo en apreciar lo que alguien estuvo haciendo por nosotros: ayudándonos, cuidándonos y apoyándonos; y para cuándo descubrimos a esa maravillosa persona, ya no está ahí, y es frustrante pues era alguien que merecía la pena de verdad, y que perdimos por estar ciegos, distraídos, perdidos.
E igualmente nos ocurre con aquellos que sólo están para nosotros cuando a ellos les viene bien, que de buenos somos tontos, y hasta que no nos cansamos, no cortamos unos inexistentes lazos, pues no hay relación posible si no existe un quid pro quo, un saber que estás para mí y que estoy para ti, un preguntar por saber y no por cortesía, un querer de verdad y no por interés.
Y, la mayor parte de las veces, está ese trascendental momento en el que nos damos cuenta de tantas cosas que no somos capaces más que de actuar y tratar de seguir, sabiendo que nada va a volver a ser lo mismo jamás. Es cuando de una vez por todas sabes que lo que acabas de hacer es lo que debías, aunque te duela y te perfore como un taladro emocional. Es ese preciso instante en el que te das cuenta de que todo lo que creías no era como pensabas, y tienes que alejar de tu vida a una gran cantidad de personas que sólo te aportan inseguridades, dudas, miedos, preguntas sin respuesta por su parte, y pasar a quedarte con aquellas que te llenan, te hacen sentir bien cuando ni tú mismo te sientes bien, te escuchan, te comprenden, te dejan hablar durante horas de un monotema porque saben que lo necesitas, te aguantan en silencio sabiendo que estás tratando de reordenar tu caos interno, te llaman, te escriben, te sonríen sin motivo alguno, cruzáis miradas en determinados momentos sabiendo que la otra persona va a estar pensando lo mismo, te dan abrazos que valen por miles de conversaciones y miles de te entiendo, te respetan, te valoran, te quieren, y saben que fueron, son y serán correspondidos.
Y lo mejor de todo, es que pese a todo lo que puedan descubrir de ti, van a seguir ahí, porque es su naturaleza, son ángeles.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Torrente.

No entiendo porque muchas veces pagamos nuestras frustraciones con los demás, especialmente con aquellos a quienes más cerca tenemos, a quienes más queremos o quienes están ahí pese a todas las veces que las palabras se convierten en puñales lanzados de manera muy fuerte y muy alta. 
Soltar todo lo que tenemos dentro es algo que nos hace falta, ya sea en forma se lágrimas, de gritos, de huida, o de entrada de un blog que nadie va a leer, o que aunque sea leída, también será pronto olvidada.
Yo soy partidaria de que llorar es sano y bueno, nada debe quedar guardado, de ahí salió la idea de escribir cuanto siento, aunque a veces sea más duro y más frágil de lo que soy capaz de explicar y exponer. 
Más de una vez la cortina que cubría mis ojos al escribir era tan densa que lo único que era capaz de ver era a mí misma corriendo y dejando atrás todo aquello que me intenta hundir y con lo que convivo más de lo que jamás admitiré y jamás se sabrá.
Mas otras veces, afortunadamente, la sonrisa que me iluminaba mientras escribía era tan grande que todo cuanto quería y sentía salía despedido de mí como cometas con vistosas estelas en forma de dulces palabras.
Nos empeñamos tanto en que todo sea blanco o negro, bueno o malo, alegre o triste, que muchas veces perdemos el rumbo cuando algo se sale por la tangente. Creo que por ello nos frustramos, por ello saltamos a la mínima, por ello queremos huir, porque no entendemos qué está ocurriendo y muchas veces somos demasiado orgullosos para pedir ayuda, y aún más para hacer notar que no la necesitamos.

martes, 7 de noviembre de 2017

Simbiosis.

Más vale maña que fuerza, o eso solemos decir, pero ¿qué es la maña y qué es la fuerza?
Nos referimos con maña a inteligencia, a capacidad para saber qué hacer en cualquier momento en general.
Mientras, la fuerza la tomamos más como algo bruto, algo físico.
La maña sería lo interno y la fuerza lo externo.
Pero, ¿no se necesita una fuerza enorme, unida a la maña, para poder vivir el día a día, para poder seguir hacia delante, para no llorar en los momentos más dolorosos, más tristes, más frágiles? ¿No es precisa para no gritar de rabia cuando algo no sale como esperamos, o cuando todo parece que está en nuestra contra, o cuando estamos asustados y no sabemos por dónde seguir exactamente? ¿No se necesita para tener siempre una sonrisa, y así iluminar a los demás con ella, para dar fuerza al resto, para tender una mano, y para querer y ser querido?
Creo que no es maña o fuerza, es maña y fuerza. Son cosas compatibles, una no puede ser sin la otra, igual que una persona no puede ser sin alegría y tristeza, sin lágrimas y risas, sin momentos buenos y momentos malos, sin caídas y sin ponerse de pie de nuevo.
Una persona no puede ser en sí misma sin emociones ni sentimientos, sin ideas racionales e ideas emocionales, sin todo aquello que sentimos, que vivimos, que vemos, que oímos, que queremos, que somos, porque la vida es una constante toma de decisiones, no hay que elegir si tenemos que ser astutos e inteligentes, o tenemos que ser fuertes y valientes.
Tenemos que intentar y ser capaces de ser todo, aunque a veces parezca imposible, pero, es en esos momentos cuando al mirar hacia arriba vemos la mayor distancia que jamás fuimos capaces de alcanzar, cuando debemos dejarnos ayudar por otras personas que pasaron esos momentos, o que los están pasando, y que aún así tienen una pequeña chispa, una pequeña luz, para guiarte, para ayudarte, para darte.
No es más vale maña que fuerza, si no que no hay fuerza sin maña, ni maña sin fuerza.

martes, 24 de octubre de 2017

Cometas.

Suspiros que escapan como ráfagas de aire intentando alcanzar a sus foráneos compañeros. Su mensaje está plagado de palabras vacías, emociones sin rumbo, canciones demasiado grabadas en tu mente.
Sin un destinatario fijo, sólo vagan, como su dueño, hasta que alguien los capte y quiera oírlos, y una vez susurrados se disuelvan, sabiendo que jamás regresarán a los labios que los liberaron. 
Son poderosos, pues algo que no tiene fuerza no llega a coger el vuelo con tanta delicadeza, ni a surcar el cielo sin temor a la caída.
Cada palabra que los forma es como un aleteo, rápido pero intenso, que no cesa hasta alcanzar a alguien justo en el centro del pecho, pues es entonces cuando habrá cumplido su cometido, llegar más allá, y dejar huella.
A veces, se sincronizan, bien con la persona que te acompaña, pues ambos soltáis pesares al tiempo, o bien con alguien que ni tan siquiera conoces, que simplemente necesita un ligero desahogo en forma de bocanada vital. Es entonces cuando se cruzan, se encuentran en el aire, se juntan, y nunca llegan a soltarse, siendo el doble de poderosos, duplicando su efecto y dejando huella no sólo a una persona, si no a todas aquellas que lo precisen.
Si tienes suerte, a veces puedes llegar a escucharlos, e incluso verlos, en su difusa ruta, pues jamás pueden evitar la oportunidad de abordar a la gente que se cruzan a su paso, independientemente de si dichas personas van a ser o no los receptores finales de su mensaje. Es en esos casos cuando sientes un pequeño escalofrío que te recorre por completo y cuando te parece sentir que alguien/algo te llama susurrándote.

viernes, 20 de octubre de 2017

Colapso.

A veces desaparecer es lo más fácil, aunque también se suele ver cómo la opción más triste, más cobarde, al igual que huir.
Pero muchas de esas ocasiones en las que todos esos tópicos nos frenan, en realidad nos están privando de ver qué ocurre más allá, de descubrir nuevas personas, nuevos lugares, de crear nuevos recuerdos, e incluso de conocernos y descifrarnos a nosotros mismos.
La soledad nos aporta mucho más de lo que creemos, nos da tiempo para pensar, nos permite ver qué cosas de las que tenemos en nuestra vida son necesarias y nos proporcionan algo, y cuáles no sirven para nada, nos muestra qué personas están ahí en todo momento y cuáles son los fantasmas de los que intentamos huir entre la niebla que es la marabunta social de nuestra vida.
Y, a su vez, nos quita lo mismo que nos da, pues nos encerramos en nosotros mismos con el fin de sentirnos cómodos, sin movernos de nuestra zona de confort, sabiendo qué nos gusta y qué no, cuándo salir o cuándo no, o simplemente nos permite tomar decisiones que, por motivos sociales o culturales, quizá no llegaríamos a llevar a cabo.
Creo que el pensar ahora mismo en todo esto me hace ver que la soledad es parte de mí, parte de todos nosotros, sólo que en unos casos está más inexplorada que en otros, pues todo depende de los momentos que le otorguemos a nuestra escurridiza pero latente amiga para invadirnos y dejarnos su peculiar y permanente huella.
A veces me gusta considerarme alguien invisible, imperceptible a ojos de ciertas personas, silenciosa cual animal en busca de presa, siendo la presa la libertad de sentirme una ninja que aparece y desaparece a su antojo.
Y otras veces odio ser así, pues nadie se fija en ciertas cosas que hago o que digo, o simplemente la gente se aprovecha de mi jamás buscada condición para ignorarme como si no estuviera, como si no fuera nadie, como si no importara.
Cada día me planteo cómo sería desaparecer, ir dejando poco a poco de dar señales, ir difuminándome lentamente entre la marea de recuerdos de los que me conocen. Quizá en algún momento noten mi ausencia y se pregunten sobre qué fue de mí, pero mi acuciante invisibilidad me suele susurrar que casi seguro pasará justo todo lo contrario.

domingo, 8 de octubre de 2017

Relapso.

Es extraño porque ahora mismo no me siento demasiado unida a ningún lado. Es como que aquel nexo que antes tenía, sobre todo hacia ciertas personas, es cada vez más fino, hasta ser prácticamente imperceptible, y que a su vez, el nexo con otras personas que siempre estuvieron, y están, ahí se está volviendo mucho más fuerte, porque esas personas se mantienen y siguen igual que siempre, como si nada hubiese cambiado. Pero yo noto que cambia, no sé si soy yo, que me estoy dando cuenta de ciertas cosas que antes no veía por una venda que me tapaba los ojos, o son los demás. Lo único que sé es que verdaderamente no sé, sólo pienso que es complicado que todo vuelva a ser como antes porque yo no me siento a gusto.
¿Se puede fingir estar a gusto? No.
¿Se puede fingir comodidad? En parte, pero el fingir lo vuelve todo más forzado, y forzar las cosas hace que sean más bruscas, más raras. 
El no poder opinar libremente, el intentar explicarte y ver que no te llegan a entender, el hecho de que necesiten basarse en hechos totalmente verídicos y concretos para poder aceptarte una pequeña parte de lo que les tratas de explicar. Todo ello duele, pesa, molesta, hace que quiera llorar en muchas ocasiones, porque veo que desde que solté todo lo que tenía que soltar, ya que creí que era el momento, ya no soy una más, y que ellos me juzgan y piensan que en cualquier momento voy a abandonarles, cuando en ningún momento pensé en irme. Sólo pensaba en que quería decir lo que pensaba y sentía, y quería sentirme comprendida, pero me quedé sola con todo lo de mi interior desperdigado y sin control.
Y tengo claro que la lejanía no hace esto, la lejanía refuerza en lugar de romper, porque aunque a veces cause dolor, tú, en parte, estás en el lugar que quieres y deseas. Pero al regresar, el que te ignoren, que pasen de ti constantemente cuando no dices nada, aún sabiendo que estás, es algo que no llego a comprender. 
No entiendo las faltas de respeto ocultas tras el velo de una broma, no entiendo sin sentido las burlas de alguien a quien quieres. No me entiendo a mí misma. Entiendo que estoy en una época de cambios, grandes y drásticos, y quizá el quedarme sola sea mejor.
Porque mejor sola que mal acompañada, como se suele decir.
Mejor sola que acompañada pero mal vista.
Mejor sola que desagusto.
Mejor sola que nada.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Lapso.

Tener claro lo que sientes y que a la hora de transmitirlo al resto, en lugar de comprensión, recibas preguntas, rechazo, falta de apoyo y distanciamiento hace que en tan sólo un segundo te replantees todo aquello que considerabas claro en tu vida y que, de repente, todo lo que haces, dices, crees y piensas se vuelva algo dudoso, frágil, tembloroso, e incluso triste.
¿Acaso sólo pensé en mí?
¿Será verdad que estoy equivocada y todo es como siempre fue?
¿Por qué me causa tanto dolor esta incertidumbre y esta soledad que, según parece, yo misma estoy buscando?
¿Es cierto todo aquello que me dice el resto, que es impresión mía y que nada es como yo creo?  
Ahora nada tiene sentido, pues mis prontas palabras hicieron mella en aquellos a quienes quería hacer ver lo que ocurre, y en lugar de servir para lo que yo esperaba, sólo les dejaron tocados, al igual que a mí, y me encuentro en un camino del que no sé cómo salir sin llevarme a alguien de por medio, pero teniendo claro que si debo elegir entre ellos o yo, elijo ser yo la que desaparezca, sin dejar rastro, invisible, como me suelo sentir y suelo ser.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Yerra.

Las cosas no siempre son como queremos, ni se acercan casi a ello, pero nos conformamos porque es mejor vivir con el peso de todo aquello que tuvimos que dejar de lado a intentar que algo imposible sea lo que no puede ser.
Muchas veces sabemos cómo es la realidad pero nos negamos a verlo, estiramos al máximo nuestras ilusiones, esperanzas, sueños, pasiones, hasta tal punto que cuando intentamos volver al sitio en el que sabemos que todavía el dolor es soportable, hemos perdido la puerta que nos dejaba allí y deformado aquello que podía llevarnos de nuevo al lugar de partida.
Nos cuesta horrores reconocer que no todo puede salir como deseamos, pese a que la gran mayoría de las veces es lo que sucede, pero sabemos que el último paso es la resignación. Porque nadie quiere enfrentarse a un mundo en el que nada es lo que parece, en el que todo tiene sus consecuencias y estas pueden llegar a sumirte en la más profunda de las simas, en el que prima el interés por encima del amor, en el que todos buscan destacar a costa de los demás.
Pese a todo esto, contamos con la esperanza, la cual nos sostiene, una y mil veces, sin cesar en su empeño, pues da igual cuantas veces nos caigamos, o lo profunda que sea esa caída, incluso no importa que en un principio, o a lo largo de lo vivido, nos temamos que la cosa vaya a llegar a ese punto de no retorno, porque contamos con esa fiel compañera.
Junto con ella siempre nos queda el instinto, que nos ayuda a distinguir de quiénes podemos fiarnos, en mayor o menor medida, pues no todo el mundo basa su vida en el interés o en destacar, aún hay personas que intentan ayudar, ya sea en silencio, ocultos, sin que se note su presencia, estas son las personas más dedicadas a la causa, y por tanto más valiosas, o ya sea a simple vista, con actos de diverso calibre, pero de igual validez que los de los que no quieren ser vistos.
Y es que, siendo justos, somos conscientes de que nada es eterno, ni para bien ni para mal, porque la vida es un constante cambio, movimiento, y no un impás, aunque a veces se atasque y lo parezca. Por eso, aunque en demasiadas ocasiones se nos quede grabado a fuego en la piel algo que jamás esperamos que tornase en nuestra contra, seguimos adelante, hasta la siguiente estación, para bajarnos de este infinito tren y ver qué es lo que nos encontramos, con nuevos ojos y grandes sentimientos, y sabiendo que la vida nos responderá, no siempre como creemos, pero de alguna manera que nos permita avanzar, echando la vista atrás de cuando en cuando, y con nuestra mochila de vivencias siempre a nuestra vera. 

lunes, 10 de julio de 2017

Selección.

Sentimos la necesidad de tener nuestras propias cosas favoritas con el fin de ser capaces de definirnos un poco más para nosotros mismos y con respecto al resto de gente que participa en nuestra vida.
Así es como llegamos a plantearnos y preguntarnos, más de lo que admitimos, cuál es nuestro [inserte palabra adecuada y azarosa: color, fruta, mes, número, estación, película, libro, canción, lugar, recuerdo, postre, comida, personaje, anime, palabra, serie, cuadro, prenda, asignatura, deporte, programa, animal, día, golosina, grupo, e incluso, persona] favorito.
¿Tan importante es clasificar todo aquello que nos rodea? 
¿Tenemos que quedarnos sólo con una cosa contando con tantas opciones a nuestro alrededor?
Es totalmente normal querer a algunas personas más que otras, y que nos gusten más ciertas cosas, y creemos que el definirlas un poco más nos ayudará a definirnos a nosotros mismos, pero no es así. 
La definición interior no puede llegar desde el exterior, pues es algo que está intrínseco en nosotros desde que nacemos, y que sólo podemos complementar con todas estas cosas que nos acompañan y nos encandilan en cierta medida, pero todos sabemos que la verdadera búsqueda está en nuestro interior, aunque no conozcamos exactamente dónde, cuándo, o cómo empezar.
Los seres humanos somos apasionados, sentimentales, bucólicos, complicados, profundos, al igual que lo es la vida y todo lo que la compone, quizá por eso necesitamos tanto de ella, conocerla hasta el más lejano de los extremos, y eso es lo que nos lleva a observar en todo momento más allá de donde estamos, para poder extraer cada pedazo, para poder saborear cada instante, para poder sentir cada segundo. Es esa ruta inmensa e infinita la que nos da vida, valga la redundancia, y la que a largo plazo nos proporciona esos pequeños detalles que nos enamoran a primera vista y que nosotros no tardamos en denominar como nuestros favoritos.
No es clasificación, no es elección, si no selección. Es identificarte con algo tangible y sentir que al menos, en cierta medida, te representa. Pero que una cosa te encante no quita que otras te gusten, nada es eterno, nada es simple, pero sobre todo, nada es único, salvo las personas y su esencia.

martes, 4 de julio de 2017

Descargo.

Por todas esas mentiras que intento que no lo sean porque, al fin y al cabo, ¿algo que se dice para que todo el mundo esté bien es una mentira?
Por presentarte a alguien que no te aportó nada a tu vida, o que lo hizo pero luego te lo quitó todo de golpe.
Por no estar ahí, por no ser una buena amiga.
Por no dejar las cosas claras, por no ser sincera.
Por ser tímida, por callarme cuando menos hace falta.
Por conocerte tan poco y quererte tanto, es una contradicción en sí misma.
Por no poder despedirme de algunas personas de las que me hubiera gustado poder hacerlo.
Por no entender cosas sencillas y entender cosas complejas.
Por ser joven y, como dice la gente, no estar preparada para el mundo, por decir cosas sin sentido, o aparentemente así, porque no las he vivido, aunque no creo que todo esto funcione así.
Por ser una cobarde, por llorar más de lo que jamás reconocería, por tener miedo.
Por no sentirme nada a gusto conmigo misma pero apoyar que otros sí se sientan así.
Por ser una tonta, por quedarme donde estoy en lugar de avanzar y explorar.
Por no seguir mis consejos pero intentar que el resto sí lo haga.
Por joder los buenos momentos cuando todo el mundo está feliz y yo no.
Por cerrarme como una concha que protege una preciada perla, aunque esa perla esté hecha de sufrimiento.
Por cada una de las veces que me he antepuesto al resto.
Por cada una de las cosas que he hecho.
Por cada una de las cosas que no he hecho.
Por cada cosa que he pensado.
Por cada cosa que no he pensado.
Por cada cosa que he dicho y por las que no he dicho.
Por cada promesa realizada pero no cumplida.
Por no preocuparme por los que debo preocuparme.
Por intentar ser feliz.
Por mí.
Por no ser capaz de seguir y por toda esta entrada, lo siento.

sábado, 3 de junio de 2017

Mei.

Creo que la última vez que alguien te escribió algo expresándote su cariño, su amor, o sentimientos en general fue hace tiempo ya, y creo que está bien cerrar ese círculo, y empezar uno nuevo.
Sé que me vas a matar por esto, pero vamos a mejorar la estadística del audio del año pasado, que sigues teniendo guardado y este año aparte tienes esta entrada, que con ella quiero decirte todo lo que me importas, y porque a veces las cosas físicas son más perceptibles, las sentimos más, entonces por eso quiero decirte que llegaste como si nada y te convertiste en todo (vale, sabes que tengo más imaginación que esto). 
Realmente sí que eres un todo en mi vida, porque sabes que la ingeniería no sería ni mucho menos aguantable, ni divertida, ni cómoda, o sea, sin ti no sería lo mismo aunque por poco acabamos haciendo otras carreras, y casi no nos conocemos, pero ahora lo hacemos, y podemos irnos adonde queramos a hacer lo que queramos, sabiendo que la otra persona va a estar ahí y es un sentimiento súper cómodo. Y sabes que soy una persona de gestos de cariño, abrazos y demás, y que por mí me pasaría la vida abrazando a la gente, a veces en una despedida se queda corto decir adiós, o decir nos vemos, y siempre está bien un gesto, aunque sabes que yo respeto todo lo que sientes, y lo que crees, y cada uno de los abrazos que nos hemos dado han sido súper bonitos y mágicos, y quizá eso los hace más especiales, que sean momentos peculiares, buenos, malos, algo más de lo segundo, pero no es nada malo, porque así los guardamos más intensamente, y los recordamos con una sonrisa, que es lo que cuenta. 
Me encanta la vena friki, que me juntases al mundo del anime, y me encanta porque poca gente es tan parecida a mí y he tardado tanto en encontrarla, que 18 años no son tanto tiempo pero si parece una eternidad si pienso en otra gente que ambas conocemos. Me alegra tanto y me llena tanto todo lo que pasamos, todo lo que lloramos, reímos, charlamos, jugamos a las cartas, todas las películas que vemos, eventos frikis, y no se puede pedir más. 
A veces pasamos por malos momentos y está súper bien contar con la otra persona, contar de verdad, sabiendo que un día eres tú, otro yo, otro las 2, y que siempre va a ser así, no va a ser un "qué te pasa" o un "qué tal" por convencionalismos, si no que va a ser una pregunta sincera, y un te voy a escuchar los audios de todos los minutos que tú quieras, o vamos a tomar un café y vamos a hablar mil horas, vamos a dar una vuelta y a despejarnos porque lo necesitamos, vamos a todo. Adoro nuestras escapadas de clase, y da igual con quiénes vayamos, nosotras 2, con el grupo o con quién sea. Y no hay nada como estar simplemente, sentirnos cómodas. Eso es lo que la vida necesita, gente con la que no haga falta nada más que saber que están y que son, y que estarán y que serán siempre, y ya está. 
Te quiero muchísimo, y seguro que a esta entrada le faltan mil cosas, sabes que vivo espesa, pero está escrita con todo mi amor. Adoro que nos gusten los gatos y los perros, y a tus mascotas, y tus padres son amor. Por muchos más viajes, días de clase con lo que vengan, por que saquemos la ingeniería, por que veamos muchos más años Eurovisión en tan buena compañía, por que quedemos muchas más veces con la gente a la que queremos, por que tengamos noches de cualquier tipo, por que sepas que puedes contar conmigo en los buenos y en los malos momentos, y por que sabes que te doy lo que necesites, porque para las personas que a uno le importan no existen frenos a ese sentimiento de ayudar y de ser ayudado, porque es mutuo, y es importante. Por Harry Potter, por Matrix, por Star Wars, por todas las sagas que compartimos y las que nos vamos a enseñar la una a la otra, por mil y un disfraces, a ser posible con algo menos de maquillaje en la cara, por más Cometcon, por más cine.
Siempre, te quiero, felices 20.

martes, 28 de febrero de 2017

Inciso.

Siento mis mejillas arder como si de un volcán en pre-erupción se tratasen, y podría decirse que es así.
Torbellinos de lágrimas pretenden salir de las pequeñas ventanas al mundo que cesaron de iluminar el camino para volverlo algo borroso e invisible, al menos hasta que la calígine de la tormenta interior pase y algo de luz se cuele entre la barrera de pensamientos, que establezco cuando las palabras dejan de tener sentido. 
Todo se mueve a mi alrededor, y en mi interior también, lo cual hace que parezca que vivo en un terremoto constante cuando realmente la única que tiembla desacompasadamente soy yo. Mi sismógrafo interno lleva años estropeado, tantos como yo llevo ofuscándome y expresando con mi piel aquello que no se puede etiquetar.
Contemplo mi reflejo como alguien que me mira y no sabe qué soy, hace tiempo que no deja de ser así, que haga lo que haga parece que caigo y caigo, como si de un pozo al fin del mundo se tratase, pero siempre acabo encontrando una mano que me ayuda a tenerme en pie, aunque sea momentáneamente, a la espera de mi siguiente ola de calor.

Contrastes.

La discordancia entre mi forma de actuar y pensar con respecto a la sociedad y a los valores de la misma, y la forma de actuar y pensar con respecto a lo que siento, veo, quiero, necesito y espero de la vida hace que me deba replantear las cosas sucesivas veces antes de poder llegar a un lugar lógico y cómodo.
Me considero liberal en todos, o prácticamente todos, los ámbitos de la vida, pues intento no cerrarme a nada y avanzar con la mente abierta para evitar prejuzgar, radicalizar y equivocarme. Sin embargo, en algunos aspectos tengo una tendencia que podría denominarse como clásica, ya que necesito una serie de cosas para sentirme cómoda, segura, en mi propia zona de confort, lo cual no hace nada salvo beneficiarme, ya que hasta que no tengo una base sólida sobre la que apoyarme, decido no opinar del tema más allá de lo que mi propia experiencia previa pueda permitirme.
Sin embargo, pese a que esto es algo bueno y fácil de conseguir y lograr, también es un punto débil a considerar ya que en ese proceso de conocimiento y adaptación, la gente puede ver una oportunidad perfecta para intentar influenciar esa borrosa perspectiva que estoy deseando definir, y las cosas pueden no salir como esperaba al equivocarme situándome en una postura con la que no me siento identificada.
Por lo general, me rodeo de personas de confianza, que a la vez que me expresan su opinión con respecto a diversos temas, entienden que yo pueda precisar de algo más que palabras para llegar a extraer todo el jugo que se pueda sacar a la verdad, a lo que hay y a lo que no, a lo oculto, a todo.
La experiencia se alcanza a través de experiencias, valga la redundancia, buenas y malas, conocidas y desconocidas, deseadas y no deseadas, y somos conscientes de que muchas veces el camino no es el mejor, pero también que la huella de todo ello permanece junto a nosotros.
Claro está que, si no me replantease en todo momento el por qué de aquellas sensaciones que invaden mi mente a cada instante, quizá podría llegar a algo más potente desde un principio. Lo irónico es que ya le doy vueltas hasta a aquello que creía tener bastante definido, por lo que sólo llegó a la conclusión de que conozca o desconozca un tema, tengo que encontrarme muy segura como para no modificar de un momento a otro lo que pensaba sobre él, o tener que cambiar mi forma de actuar porque sienta que hasta ahora nunca lo hice bien, o porque los demás no sean como yo en ese sentido.

viernes, 24 de febrero de 2017

Trébol.

Sabía que las casualidades existían pero no fui consciente de lo mucho que influyen en nuestras vidas hasta que te conocí.
También sabía que los nervios y la vergüenza son algo innato en mí, pero jamás me había sentido tan nerviosa como cuando pienso en ti, cuando estoy a punto de verte, o simplemente cuando estoy a tu lado, ni me había sonrojado de manera tan dulce ni tan a menudo como cuando alguien se refiere a nosotros de forma (in)consciente pero a la vez bonita y curiosa, o simplemente un rápido recuerdo sobre nosotros atraviesa mi mente, dejando a su paso una estela con un sinfín de sensaciones.
Y es que sólo tú eres capaz de que por un segundo pare de pensar en un millón de cosas a la vez para centrarme en sólo una, en ti, en nosotros.
Me gusta cuando nos intercambiamos los papeles y me cuentas tus planes, tus sueños, tus proyectos, mientras yo escucho fascinada todo lo que me dices porque viniendo de ti me resulta todo interesante y porque me permite saber cada día un poco más de ti.
Cada vez que me saltas con un "¡guapa!", mi corazón pega un pequeño saltito de regocijo porque eres tan amor que te encanta simplemente pillarme desprevenida y ver mi reacción, tanto a esto como a todo.
El amor es tener a alguien que te pregunte qué te pasa a cada instante sin necesidad de decir nada, que te cuide y te mire siempre como si no hubiese nada más. Esto era algo que yo ya intuía pero que contigo he podido aprender, sentir y valorar que es así realmente, que una mirada basta para que millones de pensamientos acerca tuyo me embriaguen pero una sola pregunta pueda servir para conocerlos todos.
El magnetismo entre nosotros es tan evidente que tus labios resultan como un imán para los míos, para callarte con ello mientras una sonrisa se desliza en nuestras comisuras y nuestros ojos se cierran dulcemente.
Que tú eres la noche, la luna, la calma, la fiesta, y yo mientras soy el día, el sol, la tempestad, el hogar.
Una cosa que me encanta de lo que tenemos es que da igual cuánto haya pasado desde la última vez que nos vimos, un día, una semana, un mes, siempre nos recibimos como si nada, una sonrisa, un beso, un qué tal, y todo es como siempre, como si la distancia entre nosotros fuese un suspiro, y realmente con esta naturalidad, es así como se siente.
Eres de esas pocas personas que han llegado a sacarme de quicio, cosa que tenía clara que podía pasar desde un principio, pero, a su vez, también formas parte de aquellas que han conseguido que tras ello les mire de una forma diferente, más profunda, más vívida.
Cuando tus amigos te dicen que has cambiado, que yo te he cambiado, siento algo cálido en el centro del pecho, pues no sabía que yo era capaz de hacer que alguien cambiase por mí, ni había sentido nunca esa sensación antes. Pero luego pienso, y no creo que hayas cambiado, al menos no como la propia palabra dice, sino que en mí has encontrado a alguien con quien ser tú mismo, al igual que yo he encontrado en ti una comodidad que me hace sentir como si estuviera en casa, estemos aquí o allí, o donde nos lleve la vida.
Con el tiempo me ha dado cuenta de que somos más iguales de lo que creía, sobre todo a la hora de administrarnos nosotros mismos lo que sucede a nuestro alrededor, y es que, pudiendo y queriendo resolverlo por nosotros mismos, no queremos preocupar a nadie más, al menos hasta que la cosa se vuelve insostenible y ya no somos capaces de ver siquiera la solución. Es una parte admirable, pero que al compartirla ambos hace que a veces estemos lejos sin quererlo, no hablo de kilómetros, hablo de sensaciones. Es nuestra capacidad para volver a encontrarnos en las tinieblas del pensamiento la que me hace sentir viva de nuevo, y un poquito más cerca de ti, de nosotros.
La prueba más grande de lo que significa todo esto es lo mucho que me ha costado y me cuesta encontrar estas palabras para acabar describiendo con ellas tan sólo una mínima parte de lo que verdaderamente es lo nuestro.

domingo, 12 de febrero de 2017

Chip.

"Qué le voy a hacer si el mañana nadie sabe,
qué le voy a hacer si el futuro está en el aire."

Plagamos nuestra vida de ojalá(s), lo siento(s), gracias, mañana, cuando deberíamos llenarla de te quiero(s), hablemos, hoy mismo, siempre.
Nos pasamos el tiempo intentando entender porque nosotros, o los demás, hemos hecho/dicho/pensado algo, cuando somos plenamente conscientes de que el pasado no se puede cambiar, el presente es volátil y frenético, y el futuro es un misterio que va de la mano de cualquier cosa que hagamos, tenga sentido o no.
Saturamos nuestra mente de sueños, a cada cual más improbable, pero algunos realistas, sinceros, fuertes, los cuales en ocasiones dejamos de lado por creernos incapaces de lograrlos, por no contar con los recursos para poder iniciarlos, como para alcanzarlos si estamos así. Sin embargo, somos incapaces de dejar de suspirar de cuando en cuando un ojalá, (per)seguido de alguna retahíla relacionada con la lista de deseos que a cada instante transportamos con nosotros. Es necesario que aprendamos a distinguir aquello que podemos conseguir, o al menos probar, de aquello que simple y llanamente es una fantasía, dulce, emocionante, pero imposible más allá de los límites de nuestra imaginación.
Nos resulta inevitable percibir esa noción de responsabilidad, de saber que aquello que pasó lo condicionará todo, de sentir que de una manera u otra la culpa es tuya y que siempre vas a llevar la etiqueta de acusado grabada a fuego en tu piel. Pero tratar de arreglar las cosas con un lo siento es inútil si sientes que aunque te perdonen, tú te vas a seguir acusando de haber hecho las cosas mal, incluso en los momentos en los que reconoces que era la única opción posible para salir del atolladero, para reaccionar, para avanzar. No cesamos de repetirnos que los actos valen más que las palabras, ahora tenemos que dar forma a esa cita que tan grabada tenemos y que apenas seguimos, empezando por uno mismo.
Dar las gracias y recibir ese agradecimiento es una de las cosas más bonitas y apreciadas que existen, no quiero ponerlo en duda ni mucho menos, lo único que pudiera querer que cambie es que a veces pretendemos abarcar demasiado tras esa sencilla y poderosa palabra, bien porque quizá no es suficiente, bien porque la persona a la que la destinamos no es la correcta, o bien porque no era realmente necesario, sobre todo cuando hacen o haces una cosa porque crees que debe ser así y nada más.
Uno de los refranes más conocidos y de los más repetidos sin duda es "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Creo que no hace falta decir más, todos sabemos que el aquí y el ahora son todo o nada, y que por diversas obligaciones  no podemos aprovecharlos como se merecen, pero tenemos que creer en el poder de las cosas que hacemos, porque no sólo les aportamos vida, pasión, color, luz, alma, esencia, sino que además poseen su trasfondo, nuestro trasfondo realmente, y eso es de lo más grande y particular que existe.

No cesamos de leer por todas partes que si quieres a alguien, debes pregonarlo a los cuatro vientos, o susurrárselo al oído hoy mismo, porque para mantener y hacer que crezca aquello que nos acompaña hace falta hablar, y no sólo unos minutos, unas horas, unos días, si no siempre.

jueves, 9 de febrero de 2017

Lumen.

"La felicidad se puede hallar hasta 
en los más oscuros momentos, 
si somos capaces de usar bien la luz."

Sabes que algo es importante y especial cuando pese a no participar directamente en ello, la alegría y el cariño que te provoca es igual o incluso más grata que la que sentirías en el caso de formar parte. Eso es lo que me pasa por la cabeza y por el corazón cuando pienso en lo que tenéis, algo que va creciendo día a día al igual que lo que siento yo al veros a vosotras, al compartir vuestros momentos por separado y en conjunto, al saber que en cierta medida el destino, junto a mi persona, hicimos esto posible, pero que verdaderamente es todo por, para y gracias a vosotras.
La mejor forma de entender lo grande que es todo esto que formáis creo que es quizá vislumbrar por separado aquello que se ha hecho conjunto. Porque estar con cada una de vosotras, salir a tomar algo, ver una película, dar un paseo, o simplemente hablar, es algo curioso y confortable y que no cambiaría por nada, o mejor dicho por casi nada. Si tuviera que cambiarlo por algo en concreto, sería por aquellos momentos que tengo el gusto de compartir con vosotras cuando estáis juntas, pues os complementáis de una manera única, tan única como sois, y a la vez es totalmente distinto a cada instante que compartimos por separado, pues la luz de vuestra mirada, el calor de vuestras sonrisas o el sonido de vuestras voces, es increíble cuán maravillosos se vuelven todos esos detalles cuando compartís un mismo espacio. Estáis tan conectadas que cuando me queréis contar algo, una lo piensa, la otra lo menciona, y ambas os vais turnando alternativamente para hablar, de forma delicada y precisa, para que al final entrelazando ambas partes se consiga un gran relato narrado.
Como todo camino en la vida, este no fue, es, ni será fácil, pero eso sólo es un añadido más que hace que esto que 6 meses atrás comenzó sea mágico, pues por las cosas sencillas no se lucha, no se pelea, no se arriesga, no se sacrifica, no se cambia, simplemente te dejas llevar, te adaptas. Sin embargo, vosotras tiráis para adelante de todo esto, con uñas, dientes, sudor y sangre. A veces una sola, cuando la otra no encuentra esa pequeña estrella que tibiamente ilumina el camino, pero en casi todo momento ambas, hablando, opinando, construyendo, porque de eso se trata, primero de construir y luego de fortificar, y no conozco fuerte más resistente y duradero que el vuestro. Porque puede haber muchas cosas en contra, incluso vosotras mismas en momentos de incertidumbre, pero siempre resiste, se mantiene erguido, y como bandera, vuestro amor, vuestra fuerza, vuestra capacidad de sentiros en la distancia, de superar los kilómetros que no son más que números, de ver maravillas en pequeños detalles que compartís, ya sea juntas o separadas.
Porque cuando tienes la certeza de que una cosa es temporal, no malgastas el tiempo en pensar planes de futuro, simplemente esperas a que alcance su punto álgido y te marchas sabiendo que en algún momento todo se esfumará de tus recuerdos. Con vosotras es todo lo contrario, a cada momento, cada día, cada segundo me atrevería a decir, pensáis en la otra, en su felicidad, en su estado de ánimo, y para aseguraros de que este último siempre sea el mejor de todos, planeáis deslumbrantes sorpresas en forma de regalos, escapadas, nuevas experiencias, películas para ver y descubrir juntas, y cuando todo eso no basta, sabéis que es el punto para simplemente estar y ser vosotras mismas, la una con a la otra, literal o figuradamente (aunque uno está donde desea estar, allí donde está la principal razón de su existencia), con eso basta. Vuestros sueños y vuestro futuro tienen nombre y apellidos.
Yo no sé cuánto durará esto, no sé cuánto duraré yo misma siquiera, pero es parte de la chispa de la vida, esa sensación de desconcierto que a veces sólo se reduce un poco cuando alguien te otorga estabilidad, aunque luego pueda suceder que las tornas cambien, pero estamos aquí, en el hoy y el ahora, y es lo único que importa.

viernes, 27 de enero de 2017

Cadena de favores.

Enterramos y encerramos en nuestro interior aquello que jamás debería permanecer oculto, aquello que más nos asusta, aquello que nos provoca un dolor insoportable e indescriptible, aquello que con sólo pensarlo automáticamente se cierran con fuerza nuestros ojos.
¿Por qué hacemos tal cosa si sabemos las consecuencias que marca para nosotros mismos? Quién sabe.
Lo que ocultamos por pura necesidad es aquello que jamás deberíamos quedarnos para nosotros mismos. Una pesada carga que parece que sólo incrementa su volumen de forma progresiva, pero que si compartes con la persona adecuada, se vuelve ligera cual pluma de ave fénix que, como nosotros, resurge de sus propias cenizas.
Lo que nos asusta es aquello que consigue que sintamos un miedo aún más descomunal por el mero hecho de que llegue a saberse (el famoso y horrible "qué dirán") a aquel que sufrimos al revivir lo que nos aterra. Creemos que es una debilidad cuando realmente es algo por superar, y que, gracias a una mano amiga, podremos afrontar con los ojos cerrados si es necesario, o refugiarnos en un cálido hombro hasta que la tempestad amaine.
Lo que resulta como un puñal a nuestro corazón y a nuestro alma es aquello que nos es doloroso con tan sólo tenerlo en mente. Recuerdos, personas, que estamos convencidos de que nos perseguirán toda la vida cuando en su lugar deberíamos reinterpretarlos y dejar que nos acompañen, como parte de nosotros. Pasado, presente y futuro aunados en una sola cosa: uno mismo.
Lo que se presenta como flashes de nuestra vida es aquello que nos obliga a apretar los ojos haga que esa extraña película cese de sucederse ante ellos. Es todo lo que hemos dudado, todo paso en falso que hemos dado, todo ataque hacia y por nosotros mismos ejecutado. Es la parte más recóndita de nuestro ser, es lo que más nos ha permitido ser quiénes somos a fuerza de no repetirnos, de no tropezar sucesivamente con la misma piedra, hecha de inseguridades y fracasos, de vivir el momento. Es la parte más importante de todo lo escondido, y también la que menos debemos tratar de eliminar. Gracias a ella hemos seguido avanzando, y con su mensaje podremos intentar ayudar a aquel que se sienta perdido (incluso a nosotros mismos), sea de nuestro entorno o no, y así continuar con aquello que otros empezaron por nosotros y que, aunque esperamos que este momento no llegue, acabarán algún día.

domingo, 22 de enero de 2017

Nox.

Empiezo a creer cada vez más que para llegar a alcanzar tu punto de mayor luz debes pasar por el momento más oscuro que puedas ser capaz de sentir, imaginar y originar, para así saber que más allá de él no hay nada salvo fuerza, brillo y esperanza.
Podría verse como algo forzoso, innecesario, bucólico, pero nada más lejos de la realidad. Si para levantarte, primero debes caer, lo mismo ocurre cuando deseas proyectar todo lo que tienes dentro de ti. Para brillar has de oscurecerte, no demasiado tiempo ni demasiado sombrío, simplemente lo justo para ser capaz de sentir que es un impás de tu interior y que lo que venga será todo lo contrario, y, por una vez, será algo frente a lo que no tengas miedo, sólo ganas de recibirlo con toda tu esencia.
Decidir si este momento quieres que suceda encontrándote solo o acompañado es algo que, al igual que el instante en el que se apague tu llama, debes considerar por ti mismo.
Yo soy partidaria de que el vivirlo solo provoca que te sientas débil, triste, diferente, pero que también te permite llegar a ahondar un poco más en lo que eres, lo que tienes y lo que percibes dentro de ti. Por otro lado, si deseas contar con el apoyo de la gente que te rodea, debes asumir que lo que vean de ti en esa ocasión va a trastornar completamente la perspectiva y la opinión que hasta ahora poseían, y que, como todo, puede inclinar la balanza hacia un lado u otro, no necesariamente de forma favorable o desastrosa, sino con la capacidad de ajustar aquellas pequeñas dudas que tenían sobre ti, o de añadir algún detalle sobre tu forma de ser.
Independientemente de cuándo y cómo se dé tu fulgurante apogeo, siempre debes tener presente que quizá no sea el primero que vives, pero que pese a que en un determinado lapso sientas que has llegado a tu límite, a medida que crezcas, no sólo en cifras o de forma física, si no también recónditamente, esos extremos pueden tender a ensancharse, y que lo que un día fue, al día siguiente cambia completamente.
Lo más destacable a comprender es que en todo momento desprendes luz, más o menos intensa, más o menos visible, más o menos perfecta, y que cuando esta se proponga extinguirse no hay que temer, sólo avanzar a tientas en tu propia oscuridad porque, muy en el fondo, sabes que es momentánea, pasajera, y que tu faro interno pronto volverá a guiar a aquellos que lo precisen, pues acudirán a ti sabiendo que pronto navegaréis codo con codo.

viernes, 20 de enero de 2017

Tempus fugit(ivo).

Solemos decir que el tiempo vuela. Yo siempre he sido más de pensar y decir que lo que verdaderamente hace es huir. Lo esencial es que si consigues atraparlo de alguna forma (lugares, canciones, fotografías, personas, sabores, olores, emociones), puedes volver a ese preci(o)so instante una y otra vez, y es maravilloso que nunca lo veas o lo sientas de la misma forma, pues denota lo único que fue y lo mucho que (per)vive dentro de ti.
Resulta sorprendente todo lo que podemos guardar en nuestro interior, pero es aún más increíble la forma en la que se manifiesta. Nada azarosa, siempre en el momento justo. Muchas veces, cuando pensabas que ya ni siquiera tenías eso dentro de ti, sobrevuela tu mirada desde dentro, cual película vívida y silenciosa, para dejarte sin palabras, pero lleno de sentimientos.
Tras esa extraña, a la par que mágica, manifestación, un sinfín de relaciones sensoriales encadenadas unas a otras, por el simple hecho de que tu mente ha creído correcto que todo tu ser se remonte a ese breve lapso, quizá buscando que lo revivieses un segundo, y sin saber que sería así toda la vida cada vez que un detalle te recordase y remontase a ello. 
Y es que, vivimos el día a día como si de nada o de todo se tratase, no existe un punto intermedio, pero a la hora de echar la vista atrás, no sabemos cómo lo interpretaremos. ¿Seguiremos manteniendo esos extremos? ¿Reiremos, lloraremos? ¿Cuán nítidas serán las imágenes que se sucedan tras el velo de nuestros ojos?
Si nos dedicáramos a pensar en todo esto mientras vamos avanzando a través de nuestra vida, nada sería igual, sólo recordaríamos la paranoia que suponía el creer que una cosa u otra nos llenarían, nos sacarían una sonrisa, nos harían soltar alguna lágrima, o simplemente nos paralizarían.
Es por ello que los recuerdos resultan tan únicos en su especie, al fin y al cabo son de quienes los crean, son como quienes los crean, son para quienes los crean.
No puede ser de otra forma, No hace falta nada más. Tan sólo ir hacia donde nuestros pasos nos lleven. Sencillo, simple, rápido, imperceptible. Como la vida. Como el huidizo tiempo.

lunes, 9 de enero de 2017

Demandas personales.

¿Cómo puedes sentir y experimentar emociones y reacciones a las mismas sin saber qué es exactamente lo que provoca todo esto en tu interior?
¿Por qué no eres capaz de dejar de mirar una y otra vez al pasado, a aquel camino que no tomaste, a aquella persona que hizo algo que cambió todo, a ese momento que tanto dolor o alegría te causó?
¿Cuándo vas a dar un paso adelante y gritar al mundo eso tan inmenso y profundo que embriaga tu alma, día tras día, y hace que sea tangible a la par que temido en ciertos momentos?
¿Dónde dejaste las ganas de luchar, de correr libremente, de proclamar a los cuatro vientos tu ley absoluta, de sentir que el mundo y tú vais por una vez a la par sin temor a lo que eso pueda implicar?
¿Quiénes son aquellos que ahora te rodean y que un día creíste reconocer pero que ahora se asemejan a extraños para ti, o es que eres tú la extraña para ellos?
¿Qué te queda por pensar cuando tu cabeza es un vórtice infinito de ideas desaboridas, canciones a medio entender, recuerdos en blanco y negro, y todo ello contigo como único nexo de unión entre todos?
Preguntas, preguntas y más preguntas. Dominan tu vida, tu día a día, tu existencia, y eso que son sólo vanas palabras que asolan tu mente sin descanso, pero que realmente no tienen nada de especial más allá de lo que tú quieras que tengan.
Y, no obstante, ahí están, siguiéndote a todas partes, como si se tratasen de tu propia sombra, pero en este caso son invisibles a la par que insaciables.
Lo más peculiar es que el encontrarnos inmersos entre tantas dudas nos hace rehuir la más evidente y fácil de responder de todas ellas: ¿Para qué hacer caso a esta cantidad de morralla si lo que importa verdaderamente es lo que eres, lo que sientes, lo que vives, lo que piensas, lo que ves, lo que haces, lo que oyes, lo que cantas, lo que sueñas y lo que deseas por encima de todo y según el instante?
Un famoso refrán dice "vive y deja vivir". Yo te digo "vívete y déjate vivir".

sábado, 7 de enero de 2017

Ocelos.

Los ojos son el espejo del alma.
A través de ellos deberíamos ser capaces de ver aquello que las palabras, los silencios y los gestos jamás dicen, aquello que está en lo más profundo, aquello que ocultamos al resto del mundo. Pero la mayor del tiempo resulta al contrario, y actúan como un reflector. 
¿De qué? Quién sabe. Quizá de sueños. Quizá de miedos. Quizá de recuerdos relacionados directamente con la expresión de esos ojos que encontramos frente a nosotros. 
Penetrantes, profundos, pícaros, discretos, brillantes, neutros, los ojos son como las personas. Y, al igual que ellas, pueden expresar una cosa mientras los demás interpretan algo totalmente diferente, pero es que somos tan complicados a la larga. 
Decir una cosa, pensar otra y sentir otra distinta está a la orden del día en nuestro pequeño mundo, aquel que casi nadie ve, salvo en ocasiones desesperadas. 
Pero, por oscuro y alejado de todos que parezca ese lugar tan nuestro, siempre habrá algo de luz filtrándose a través de las ventanas de nuestro cuerpo, de nuestro alma, los ojos.