FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

jueves, 27 de febrero de 2014

Un día.

En la infancia, un día sin reír es un día no vivido.
En la adolescencia, y a medida que crecemos, un día sin que no nos quejemos por algo, o no vayamos corriendo agobiados de un lado para otro, o no lloremos, es un día que no ha existido.

Hacia adelante, siempre.

Huir de las cosas no lleva a ningún lado. Quizá únicamente a la soledad.

Lejos de ti.

No sé como sabiendo lo efímero es todo, podemos tener las cosas tan claras. Y es que, algo que hoy es o está de una manera, mañana puede volverse completamente diferente o, incluso, haber dejado de existir. Sin duda, lo más efímero y volátil son las personas. Una persona puede haber estado siempre a tu lado, y al día siguiente, abandonarte, sin motivo alguno. Una persona también puede irse a, según dice la gente, "un lugar mejor", pero, al fin y al cabo, lejos de ti.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Dama de noche.

Y, de repente, cuando frente a ti tienes a una persona que está aún más destruida y harta de todo que tú misma es cuando comprendes la verdadera realidad: da igual todo lo mal o solo que te sientas, debes apartarlo todo a un lado, y empezar a ser fuerte, lo más que puedas, pues esa persona que está aún más hundida que tú te necesita, y te necesita fuerte, segura, feliz y con ganas de mostrarle las cosas buenas de la vida, ya que aunque tú no las aprecies, esa persona si podrá hacerlo, pues se las habrá mostrado alguien al que le importa que sea así. 
Y si tienes suerte, alguien, quizá quien menos te lo esperas, algún día hará lo mismo por ti al verte mal, alguien que se esforzará por verte sonreír y te enseñará todo lo que hace tu vida tan especial.

Es así.

El no estar solo no implica el no sentirse solo, al igual que el estar sonriendo no implica sentirse feliz.

lunes, 24 de febrero de 2014

Un simple gota.

Litros y litros de pesares, de miedos, de dolores, y de desvelos se arremolinan tras el fino velo de mis ojos. Una simple gota más provocaría el mayor de los desastres, el desbordamiento, la desesperación, el fin. Pero aunque esa gota, al igual que muchas otras, llega y se acumula junto con las demás, nada ocurre, nada cambia, solo silencio. Un silencio tan silencioso e imperfecto que duele.

viernes, 21 de febrero de 2014

La vida.

La vida. La mayor parte de ella pasa muy rápido y muy seguida, todos son segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años e incluso décadas...; pero también puede ser lenta y pesada, hacerse eterna. A veces, pocas, no es vida, porque la vida hay que aprovecharla, disfrutarla, recordarla, vivirla en general, pero no siempre es posible. Todos hacemos nuestros propósitos y expectativas respecto a la nuestra, y pensamos que seguramente se cumplirán. Por eso cuando dedicamos la mitad de nuestra vida a algo, lo que sea, esperamos unos resultados, que muchas veces no llegan.

24 Febrero 2012

Buscar y encontrar.

No puedes empezar a buscar sin moverte de tu destino, como tampoco te puedo encontrar si nunca te he conocido.

7 Mayo 2012

Pues lo demás no me importa.

Recuerdos de la infancia que nada más verlos se nos ocurren cientos de pensamientos raros, pero ninguno es: ¿Era feliz? Pues lo demás no me importa.

10 Mayo 2012

jueves, 20 de febrero de 2014

La diferencia.

La diferencia entre amigos y compañeros es que en la amistad, un silencio solo es una pausa entre risa y risa o entre diálogo y diálogo, en cambio, en el compañerismo es una parte esencial de la conversación.

16 Julio 2012

Negar la realidad no lleva a ninguna parte.

No digas no cuando quieres gritar sí. No pienses que lo odias cuando tu corazón siente todo lo contrario. No salgas en la dirección opuesta cuando quieres correr en la suya. No intentes cambiar por alguien al que le gusta como eres. No te engañes a ti misma.

5 Septiembre 2012

Ojalá fuera tan fácil de cumplir.

Si te cortan las alas y no puedes volar, camina; si no puedes andar, arrástrate; haz lo que sea, pero no permitas que los demás frenen tus ganas de seguir luchando. 

5 Septiembre 2012

Abre los ojos.

Abre los ojos, no es oro todo lo que reluce. No es bueno todo lo que nos gusta. No son verdad todas nuestras fantasías. No es amor si no hay comunicación. No es verdad si rechaza tu mirada. No todos los dolores se superan. No todos los recuerdos van a ser buenos.

11 Septiembre 2012

Siempre es más fácil decirlo que hacerlo.

La vida hay que aprovecharla al máximo, porque si nos la pasamos deprimidos o de mal humor, nunca vamos a apreciar todo lo bueno que tiene o que nosotros vamos a darle con nuestro propio toque personal.

12 Septiembre 2012

Siento.


19 Octubre 2013

Me he dado cuenta de que últimamente me paso el día preguntándome como me siento. Creo que eso es lo peor que he podido hacer porque ahora me paso el tiempo hecha un revoltijo de sentimientos.

Siento que me estoy perdiendo todo y a todos, los cambios y la distancia hacen que me esté perdiendo las vidas de los que más me importan. Siento que mis miedos me consumen poco a poco y que lo único que me aportan los demás son más dudas y miedos que jamás había pensado. Siento que no voy a conseguir lo que me propongo. Siento que no soy tan fuerte como creía, ni tan valiente, ni tan capaz de hacer todo lo que antes si parecía que podía. Siento que ya no veo el mismo sentido a la vida. Siento que los problemas me rodean y que no poder contarlos me está hundiendo. ¿Por qué las personas podemos sentir tantas cosas y tan distintas a las vez? ¿No serían nuestras vidas más felices si nuestra mente se concentrará en un solo sentimiento según el momento que estemos viviendo? Quizá solo yo piense esto. Pero a pesar de que las cosas sean así, yo cada día encuentro un motivo para levantarme, para seguir, para salir, para sonreír, aunque en mi cabeza jamás dejen de rodar estos pensamientos.



Lo más curioso de todo esto es que a día de hoy, aún me siento así, e incluso, peor que cuando escribí esto.


sábado, 15 de febrero de 2014

Sé como quieras ser.

Soy de esas personas que cuando le presentan a alguien nuevo siempre lo ve como una oportunidad para tener un nuevo amigo. Quiero decir, nunca prejuzgo a alguien a simple vista, hago como ese dicho tan famoso que dice que "nunca debes juzgar a un libro solo por su portada", pero aplicándolo a las personas. Por eso, siempre que conozco a alguien nuevo, voy con la mente abierta y las mejores intenciones, creo que eso es muy importante.
Lástima que no todos sean así, como yo. Yo me considero una chica normal, la típica adolescente tímida, charlatana en confianza, insegura y siempre esperando a ver que pasa. Pero no siempre el resto me ve así. Y eso lo sé porque se nota, porque hay gente que no sabe disimular y me mira mal, como si me vieran inferior, o ridícula, o diferente, o extraña, o de cualquier forma de la que pueda yo interpretar sus miradas despectivas. Y eso es horroroso, me hace sentir una estúpida y me hace plantearme muy a menudo si debo cambiar mi forma de ser y de comportarme. Son unos momentos muy incómodos para mí porque la verdad es que nunca he sido una persona muy segura de mi misma y porque los recientes cambios que han dado completamente la vuelta a mi vida me han abierto un mar de dudas del que parece no haber salida y en el que poco a poco me hundo con mi soledad y mis miedos.
Pero llega un punto en que me digo a mí misma que tengo que abrir los ojos y pensar claro. Es entonces cuando me doy cuenta de que lo que piensen los demás sobre mí me tiene que dar igual, especialmente si viene de personas a las que tengo claro que no les importa lo que me pase. Soy como soy, y son los 16 años que he vivido los que me han llevado a ser así, cada persona que he conocido y con la que he compartido mis secretos, mis ideas, mis recuerdos y mis momentos, tanto malos como buenos me ha influído y me ha marcado el camino a seguir. ¿Qué a veces me entran dudas sobre mi forma de ser? ¿Y a quién no? Cada vez creo más y más firmemente que debo serme fiel a mí misma independientemente de lo que me digan los demás, a no ser que me lo digan por mi bien, porque hay una gran diferencia entre ser capaz de aceptar un consejo de amigo que entiendes que es por tu propio bien, y saber aceptar una crítica que lo único que va a provocar son inseguridades.

Adiós lamentos.

La vida no está hecha para pasarla lamentándose.
Creo que esa es la mayor verdad que he podido aprender estos días tras mucho pensar.
Ahora supongo que debo resignarme, no sé, seguir adelante esperando a ver que pasa. De nada me sirve ir llorando por los rincones o arrepentirme de todo lo que ha pasado porque ya no puedo volver atrás. Aunque no estoy segura de nada en estos momentos, no sé, supongo que todas las decisiones que he tomado, todas las cosas que he hecho, todo lo que he conseguido, todo me ha llevado a la situación en la que estoy ahora.
No sé, el futuro me asusta, quizá cada día un poco más. Pero a la vez que me asusta, también estoy deseando ver que me depara, y que pueda llegar un día en el que vea cumplidos todos mis sueños, objetivos y aspiraciones, y pueda sentirme orgullosa de mi misma y feliz, muy feliz. Tengo claro que aún me queda mucho camino por recorrer para llegar a ese día, por eso cada vez que estoy mal, cada día que no encuentro motivos para levantarme, cada vez que estoy sin fuerzas para nada, pienso en ello y en que debo seguir, siempre hacia adelante, por mucho que me cueste, por muy duro e infinito que me parezca el camino, por mucho miedo que me dé el no saber que va a pasar, por muchas personas que me quieran frenar, debo sobreponerme como pueda. Esa es mi meta del día a día.

sábado, 8 de febrero de 2014

La realidad es dura.

Sentirme como una inútil, eso es lo que me va, eso es lo que estoy demostrando a la vida.
Aún no tengo claro ni donde estoy ni por qué estoy aquí, no sé por qué cambié de un día para otro de vida es un dilema que me desvela cada noche y cada día.
Suelo pasarme los días imaginando como sería todo si nada hubiera cambiado, si yo no lo hubiera resquebrajado todo.
Estoy cansada de todo, mis esfuerzos ya no sirven para nada. 
Estoy harta de luchar para luego lamentarme y descubrir una y otra vez que la vida no da segundas oportunidades.
Me siento sola, más de lo que jamás me he sentido.
Siento que no le importo a nadie, y que a los que les importo no se preocupan por mí, en gran parte por mi culpa, por no querer quitarles el velo de los ojos y mostrarles como es la realidad de mi día a día.
Solo quiero cerrar los ojos, volver a abrirlos y descubrir que todo ha sido un sueño. Pero las cosas no son así, si todo fuera tan fácil, no me acostaría cada noche con lágrimas en mis ojos.

lunes, 3 de febrero de 2014

Retales de mí.

Hay veces en las que soy como un libro abierto. Mi cara refleja cualquier pequeña variación que experimenten mis emociones, y lo hace tan notablemente que cualquiera que esté a mi alrededor lo nota, y se siente responsable de ese cambio. 
Esa es la peor parte de todas, el que se sientan culpables por ello. Y es que la mayor parte de las veces que mi libro abierto "pasa una página", no suele haber ningún culpable, salvo quizá yo, y mis mil y un torbellinos de pensamientos e ideas desquiciantes.
Y, en cambio, otras veces soy una especie de ninja, una maestra en el arte de ocultar mis emociones y pensamientos. Normalmente, suelo serlo cuando estoy en una situación que me causa mucha vergüenza, es entonces cuando mis pensamientos quedan al margen de mi mirada y pasan al rincón escondido de mi mente. Por desgracia, mis emociones deciden expandirse, y por mucho que yo intente y consiga que mi expresión esté impecablemente neutra, no puedo evitar que un fino y delicado rubor color cereza cubra suavemente mis mejillas. Aunque eso no solo me pasa en situaciones así, también me ocurre cuando me dicen algo bonito, o cuando hablan de mí estando yo delante, independientemente del sentido hacia el que vaya. 
Donde verdaderamente soy una experta en ocultar mis emociones y pensamientos en lo más profundo de mi ser es cuando estoy mal, realmente mal, y no quiero que los demás lo perciban. Es entonces cuando despliego todo mi arsenal de miradas, sonrisas y temas de conversación que espero que consigan que nadie note ninguna diferencia entre mi yo feliz de verdad, y mi yo feliz de apariencia.
Pero suele ser en esos momentos cuando distingues a los amigos de verdad. Un amigo de verdad es aquel que con solo mirarte una vez sabe lo que te ocurre, y el que con una palabra o una mirada de complicidad, sabe cual es tu mensaje hacía él. Un amigo de verdad es el que te deja su hombro para llorar, y el que se pasa el resto del día intentando hacerte reír de cualquier manera para no tener que ver de nuevo aquellas lágrimas rodando por tus mejillas. Un amigo de verdad es el que te cuenta desde sus más ocultos secretos hasta sus más oscuros miedos sabiendo que jamás saldrán a la luz porque tiene verdadera confianza en ti. Amigos..., que haríamos sin ellos. Y, sin embargo, saber que los amigos de verdad son así y comportarme como una ninja con ellos duele, y mucho. Duele porque es como traicionarlos, es como quitar por un instante la confianza que he depositado en ellos, es como un acto de cobardía que al fin y al cabo solo hago para protegerlos, pero eso no sirve para que deje de doler.
Quizá no sería tan malo ser como un libro abierto al fin y al cabo. Quizá de esa forma pudiera evitar tantas actuaciones y tanto espectáculo. Quizá así todo fuera más fácil. Quién sabe.

domingo, 2 de febrero de 2014

¿Ahora qué?

Me dicen que no voy a llegar a nada y yo les creo. Les creo porque no soy tonta, porque hace tiempo que veo las señales en el camino, porque ya no me siento capaz de seguir, de luchar, de caer y volver a levantarme, de creer en mí, de vivir. Solo tengo ganas de que este pozo infinito que es mi vida se acabe, que por fin llegue al fondo y me quede para siempre ahí, sola, sin arrastrar a los que más quiero porque sé que ellos deben seguir adelante, independientemente de mí, de lo que sienta, o de lo que crea. Estoy cansada, cansada de todo, ya no encuentro fuerzas para hacer nada. Las personas que me quieren, me conocen y me cuidan quieren que siga adelante, pero me doy cuenta de que cada vez tengo menos gente a mí alrededor, me abandonan, cambian sus vidas para adaptarlas a un mundo sin mí, y yo cada vez me siento más sola y más deprimida. Y a pesar de todo, aún sigo cada día, sobreponiéndome como puedo a todo esto, levantándome cada mañana para soltar sonrisas a diestro y siniestro, sonrisas que hacen que me termine doliendo el alma, sonrisas que hacen que estire más y más la fina cuerda que me une a la realidad, sonrisas que solo consiguen que la gente no piense en mí o en lo que me pase, sonrisas tras las cuales escondo mis más profundos temores, sonrisas que cuando llego a casa se convierten en mares de lágrimas, sonrisas al fin y al cabo. Y, además de sonreír, hablo, hablo y mucho, porque hablando evito que me pregunten, porque así siento que sigo siendo yo, mi yo de antes, la que no fingía sonrisas, sino que las sentía y la que hablaba por los codos, porque siempre sentía que tenía algo que contar. Pero ya no, ya nada es así, todo cambió sin apenas darnos cuenta, todo se esfumo como si jamás hubiera sido así. Y yo sigo aquí, sola y sin ganas, y cuando me pongo a pensar solo soy capaz de preguntarme: y ahora, ¿ahora qué? 

sábado, 1 de febrero de 2014

Libertad.

La palabra libertad suena siempre tan bien. Es pensarla o simplemente pronunciarla y, ya está, alegría al instante. Es un pequeño trocito de felicidad escondido tras el fino velo de una palabra.

Nada bueno hay detrás de una crítica.

Para mi desgracia, soy de esas personas a las que les importa la opinión de los demás, y mucho. Por eso creo que intento estar pero no estar, como estar aparte, a un lado, pretendiendo pasar desapercibida. Y muchas veces, lo logro, logro no ser ni centro de atención, ni de miradas. Pero, a pesar de ello, no logro que no se acuerden de mí, o de todas y cada una de las abundantes tonterías que hago a lo largo del día, y ocurre lo inevitable, hablan de mí. Se supone que todos estamos preparados para soportar críticas, tanto constructivas como destructivas, pero, no sé, una crítica siempre duele. Y si encima todas las que hace la gente son de la misma clase, no solo duelen, sino que hunden a uno en el lugar más profundo de su ser. ¿Y qué provocan? Pues, un millón de emociones y sensaciones, como depresión, estrés e insatisfacción por cómo es uno mismo, que lo único que hacen es ocasionar problemas a la persona que las recibe, pues es ella la única que les da verdadera importancia.

Las apariencias engañan.

Por fuera una sonrisa. Por dentro, una cascada de emociones bañada por mis lágrimas.

Sin rumbo.

No sé cual es el paso siguiente, o el paso anterior. No sé cuál es mi camino.

¿Qué sentido tiene seguir?

¿Acaso merece la pena vivir realizando tantos sacrificios? ¿Se puede llamar vida si prácticamente no se "vive"? ¿No es casi mejor acabar con todo para dejar de sufrir?

Como pasa el tiempo, como cambian las cosas, como poco a poco, nos quedamos sin horas.

Nada es igual ya. Crecemos, cambiamos, pensamos cosas que ya no son ciertas.

Pero, aunque esto ocurra, no debemos dejar de creer, de vivir, de sentir, de sufrir, de intentar, de superarnos, de salir, de disfrutar, y mucho más. Pero lo que nunca debemos hacer es cambiar, eso es lo que tenemos que conservar, no siempre, no mucho, solo debemos mantenernos igual que antes, porque los cambios no son solo buenos o malos, sino cambios que nos transforman, que nos unen, que nos separan, que pasan sin poder remediarlos, cambios.

Por eso creo que todos debemos mantener con nosotros una pequeña parte de cada etapa, de cada día, de cada momento, y aunque no los recordemos, que intentemos tenerlos y saber que siempre estarán ahí presentes, sin cambios.Y saber que cuando llegue el momento, los recordaremos y al pensar en ellos, se nos dibujará una sonrisa en nuestra cara, nos transportaremos a esos momentos, los volveremos a vivir como si fuera la primera vez, eso es lo que importa, lo que hay que conservar, y no cambiar jamás.