FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

viernes, 27 de enero de 2017

Cadena de favores.

Enterramos y encerramos en nuestro interior aquello que jamás debería permanecer oculto, aquello que más nos asusta, aquello que nos provoca un dolor insoportable e indescriptible, aquello que con sólo pensarlo automáticamente se cierran con fuerza nuestros ojos.
¿Por qué hacemos tal cosa si sabemos las consecuencias que marca para nosotros mismos? Quién sabe.
Lo que ocultamos por pura necesidad es aquello que jamás deberíamos quedarnos para nosotros mismos. Una pesada carga que parece que sólo incrementa su volumen de forma progresiva, pero que si compartes con la persona adecuada, se vuelve ligera cual pluma de ave fénix que, como nosotros, resurge de sus propias cenizas.
Lo que nos asusta es aquello que consigue que sintamos un miedo aún más descomunal por el mero hecho de que llegue a saberse (el famoso y horrible "qué dirán") a aquel que sufrimos al revivir lo que nos aterra. Creemos que es una debilidad cuando realmente es algo por superar, y que, gracias a una mano amiga, podremos afrontar con los ojos cerrados si es necesario, o refugiarnos en un cálido hombro hasta que la tempestad amaine.
Lo que resulta como un puñal a nuestro corazón y a nuestro alma es aquello que nos es doloroso con tan sólo tenerlo en mente. Recuerdos, personas, que estamos convencidos de que nos perseguirán toda la vida cuando en su lugar deberíamos reinterpretarlos y dejar que nos acompañen, como parte de nosotros. Pasado, presente y futuro aunados en una sola cosa: uno mismo.
Lo que se presenta como flashes de nuestra vida es aquello que nos obliga a apretar los ojos haga que esa extraña película cese de sucederse ante ellos. Es todo lo que hemos dudado, todo paso en falso que hemos dado, todo ataque hacia y por nosotros mismos ejecutado. Es la parte más recóndita de nuestro ser, es lo que más nos ha permitido ser quiénes somos a fuerza de no repetirnos, de no tropezar sucesivamente con la misma piedra, hecha de inseguridades y fracasos, de vivir el momento. Es la parte más importante de todo lo escondido, y también la que menos debemos tratar de eliminar. Gracias a ella hemos seguido avanzando, y con su mensaje podremos intentar ayudar a aquel que se sienta perdido (incluso a nosotros mismos), sea de nuestro entorno o no, y así continuar con aquello que otros empezaron por nosotros y que, aunque esperamos que este momento no llegue, acabarán algún día.

domingo, 22 de enero de 2017

Nox.

Empiezo a creer cada vez más que para llegar a alcanzar tu punto de mayor luz debes pasar por el momento más oscuro que puedas ser capaz de sentir, imaginar y originar, para así saber que más allá de él no hay nada salvo fuerza, brillo y esperanza.
Podría verse como algo forzoso, innecesario, bucólico, pero nada más lejos de la realidad. Si para levantarte, primero debes caer, lo mismo ocurre cuando deseas proyectar todo lo que tienes dentro de ti. Para brillar has de oscurecerte, no demasiado tiempo ni demasiado sombrío, simplemente lo justo para ser capaz de sentir que es un impás de tu interior y que lo que venga será todo lo contrario, y, por una vez, será algo frente a lo que no tengas miedo, sólo ganas de recibirlo con toda tu esencia.
Decidir si este momento quieres que suceda encontrándote solo o acompañado es algo que, al igual que el instante en el que se apague tu llama, debes considerar por ti mismo.
Yo soy partidaria de que el vivirlo solo provoca que te sientas débil, triste, diferente, pero que también te permite llegar a ahondar un poco más en lo que eres, lo que tienes y lo que percibes dentro de ti. Por otro lado, si deseas contar con el apoyo de la gente que te rodea, debes asumir que lo que vean de ti en esa ocasión va a trastornar completamente la perspectiva y la opinión que hasta ahora poseían, y que, como todo, puede inclinar la balanza hacia un lado u otro, no necesariamente de forma favorable o desastrosa, sino con la capacidad de ajustar aquellas pequeñas dudas que tenían sobre ti, o de añadir algún detalle sobre tu forma de ser.
Independientemente de cuándo y cómo se dé tu fulgurante apogeo, siempre debes tener presente que quizá no sea el primero que vives, pero que pese a que en un determinado lapso sientas que has llegado a tu límite, a medida que crezcas, no sólo en cifras o de forma física, si no también recónditamente, esos extremos pueden tender a ensancharse, y que lo que un día fue, al día siguiente cambia completamente.
Lo más destacable a comprender es que en todo momento desprendes luz, más o menos intensa, más o menos visible, más o menos perfecta, y que cuando esta se proponga extinguirse no hay que temer, sólo avanzar a tientas en tu propia oscuridad porque, muy en el fondo, sabes que es momentánea, pasajera, y que tu faro interno pronto volverá a guiar a aquellos que lo precisen, pues acudirán a ti sabiendo que pronto navegaréis codo con codo.

viernes, 20 de enero de 2017

Tempus fugit(ivo).

Solemos decir que el tiempo vuela. Yo siempre he sido más de pensar y decir que lo que verdaderamente hace es huir. Lo esencial es que si consigues atraparlo de alguna forma (lugares, canciones, fotografías, personas, sabores, olores, emociones), puedes volver a ese preci(o)so instante una y otra vez, y es maravilloso que nunca lo veas o lo sientas de la misma forma, pues denota lo único que fue y lo mucho que (per)vive dentro de ti.
Resulta sorprendente todo lo que podemos guardar en nuestro interior, pero es aún más increíble la forma en la que se manifiesta. Nada azarosa, siempre en el momento justo. Muchas veces, cuando pensabas que ya ni siquiera tenías eso dentro de ti, sobrevuela tu mirada desde dentro, cual película vívida y silenciosa, para dejarte sin palabras, pero lleno de sentimientos.
Tras esa extraña, a la par que mágica, manifestación, un sinfín de relaciones sensoriales encadenadas unas a otras, por el simple hecho de que tu mente ha creído correcto que todo tu ser se remonte a ese breve lapso, quizá buscando que lo revivieses un segundo, y sin saber que sería así toda la vida cada vez que un detalle te recordase y remontase a ello. 
Y es que, vivimos el día a día como si de nada o de todo se tratase, no existe un punto intermedio, pero a la hora de echar la vista atrás, no sabemos cómo lo interpretaremos. ¿Seguiremos manteniendo esos extremos? ¿Reiremos, lloraremos? ¿Cuán nítidas serán las imágenes que se sucedan tras el velo de nuestros ojos?
Si nos dedicáramos a pensar en todo esto mientras vamos avanzando a través de nuestra vida, nada sería igual, sólo recordaríamos la paranoia que suponía el creer que una cosa u otra nos llenarían, nos sacarían una sonrisa, nos harían soltar alguna lágrima, o simplemente nos paralizarían.
Es por ello que los recuerdos resultan tan únicos en su especie, al fin y al cabo son de quienes los crean, son como quienes los crean, son para quienes los crean.
No puede ser de otra forma, No hace falta nada más. Tan sólo ir hacia donde nuestros pasos nos lleven. Sencillo, simple, rápido, imperceptible. Como la vida. Como el huidizo tiempo.

lunes, 9 de enero de 2017

Demandas personales.

¿Cómo puedes sentir y experimentar emociones y reacciones a las mismas sin saber qué es exactamente lo que provoca todo esto en tu interior?
¿Por qué no eres capaz de dejar de mirar una y otra vez al pasado, a aquel camino que no tomaste, a aquella persona que hizo algo que cambió todo, a ese momento que tanto dolor o alegría te causó?
¿Cuándo vas a dar un paso adelante y gritar al mundo eso tan inmenso y profundo que embriaga tu alma, día tras día, y hace que sea tangible a la par que temido en ciertos momentos?
¿Dónde dejaste las ganas de luchar, de correr libremente, de proclamar a los cuatro vientos tu ley absoluta, de sentir que el mundo y tú vais por una vez a la par sin temor a lo que eso pueda implicar?
¿Quiénes son aquellos que ahora te rodean y que un día creíste reconocer pero que ahora se asemejan a extraños para ti, o es que eres tú la extraña para ellos?
¿Qué te queda por pensar cuando tu cabeza es un vórtice infinito de ideas desaboridas, canciones a medio entender, recuerdos en blanco y negro, y todo ello contigo como único nexo de unión entre todos?
Preguntas, preguntas y más preguntas. Dominan tu vida, tu día a día, tu existencia, y eso que son sólo vanas palabras que asolan tu mente sin descanso, pero que realmente no tienen nada de especial más allá de lo que tú quieras que tengan.
Y, no obstante, ahí están, siguiéndote a todas partes, como si se tratasen de tu propia sombra, pero en este caso son invisibles a la par que insaciables.
Lo más peculiar es que el encontrarnos inmersos entre tantas dudas nos hace rehuir la más evidente y fácil de responder de todas ellas: ¿Para qué hacer caso a esta cantidad de morralla si lo que importa verdaderamente es lo que eres, lo que sientes, lo que vives, lo que piensas, lo que ves, lo que haces, lo que oyes, lo que cantas, lo que sueñas y lo que deseas por encima de todo y según el instante?
Un famoso refrán dice "vive y deja vivir". Yo te digo "vívete y déjate vivir".

sábado, 7 de enero de 2017

Ocelos.

Los ojos son el espejo del alma.
A través de ellos deberíamos ser capaces de ver aquello que las palabras, los silencios y los gestos jamás dicen, aquello que está en lo más profundo, aquello que ocultamos al resto del mundo. Pero la mayor del tiempo resulta al contrario, y actúan como un reflector. 
¿De qué? Quién sabe. Quizá de sueños. Quizá de miedos. Quizá de recuerdos relacionados directamente con la expresión de esos ojos que encontramos frente a nosotros. 
Penetrantes, profundos, pícaros, discretos, brillantes, neutros, los ojos son como las personas. Y, al igual que ellas, pueden expresar una cosa mientras los demás interpretan algo totalmente diferente, pero es que somos tan complicados a la larga. 
Decir una cosa, pensar otra y sentir otra distinta está a la orden del día en nuestro pequeño mundo, aquel que casi nadie ve, salvo en ocasiones desesperadas. 
Pero, por oscuro y alejado de todos que parezca ese lugar tan nuestro, siempre habrá algo de luz filtrándose a través de las ventanas de nuestro cuerpo, de nuestro alma, los ojos.