FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

lunes, 3 de febrero de 2014

Retales de mí.

Hay veces en las que soy como un libro abierto. Mi cara refleja cualquier pequeña variación que experimenten mis emociones, y lo hace tan notablemente que cualquiera que esté a mi alrededor lo nota, y se siente responsable de ese cambio. 
Esa es la peor parte de todas, el que se sientan culpables por ello. Y es que la mayor parte de las veces que mi libro abierto "pasa una página", no suele haber ningún culpable, salvo quizá yo, y mis mil y un torbellinos de pensamientos e ideas desquiciantes.
Y, en cambio, otras veces soy una especie de ninja, una maestra en el arte de ocultar mis emociones y pensamientos. Normalmente, suelo serlo cuando estoy en una situación que me causa mucha vergüenza, es entonces cuando mis pensamientos quedan al margen de mi mirada y pasan al rincón escondido de mi mente. Por desgracia, mis emociones deciden expandirse, y por mucho que yo intente y consiga que mi expresión esté impecablemente neutra, no puedo evitar que un fino y delicado rubor color cereza cubra suavemente mis mejillas. Aunque eso no solo me pasa en situaciones así, también me ocurre cuando me dicen algo bonito, o cuando hablan de mí estando yo delante, independientemente del sentido hacia el que vaya. 
Donde verdaderamente soy una experta en ocultar mis emociones y pensamientos en lo más profundo de mi ser es cuando estoy mal, realmente mal, y no quiero que los demás lo perciban. Es entonces cuando despliego todo mi arsenal de miradas, sonrisas y temas de conversación que espero que consigan que nadie note ninguna diferencia entre mi yo feliz de verdad, y mi yo feliz de apariencia.
Pero suele ser en esos momentos cuando distingues a los amigos de verdad. Un amigo de verdad es aquel que con solo mirarte una vez sabe lo que te ocurre, y el que con una palabra o una mirada de complicidad, sabe cual es tu mensaje hacía él. Un amigo de verdad es el que te deja su hombro para llorar, y el que se pasa el resto del día intentando hacerte reír de cualquier manera para no tener que ver de nuevo aquellas lágrimas rodando por tus mejillas. Un amigo de verdad es el que te cuenta desde sus más ocultos secretos hasta sus más oscuros miedos sabiendo que jamás saldrán a la luz porque tiene verdadera confianza en ti. Amigos..., que haríamos sin ellos. Y, sin embargo, saber que los amigos de verdad son así y comportarme como una ninja con ellos duele, y mucho. Duele porque es como traicionarlos, es como quitar por un instante la confianza que he depositado en ellos, es como un acto de cobardía que al fin y al cabo solo hago para protegerlos, pero eso no sirve para que deje de doler.
Quizá no sería tan malo ser como un libro abierto al fin y al cabo. Quizá de esa forma pudiera evitar tantas actuaciones y tanto espectáculo. Quizá así todo fuera más fácil. Quién sabe.

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