FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

viernes, 28 de agosto de 2020

Verano 2020.

Paseos por los jardines, recuento de fuentes, el Mar sin playa. 
Sentirnos reyes y reinas al pasar por los pasillos que antaño cruzaron ellos. Caballos irreconocibles en cuadros y lámparas imponentes más grandes que cualquier salón que jamás pueda tener.
Museos, títeres, muros que encierran historias y poesía. Rapunzel y su príncipe, montones de recuerdos digitales en forma de fotos.
Hamburguesas, cumpleaños atrasados y preciosos regalos, cenas y fiestas improvisadas, música para definir un verano indescriptible.
Mascarillas de colores, caseras, colgantes de abalorios, sonrisas en forma de arrugas en los ojos.
Cerveza artesanal, tardes infinitas, puestas de sol que iluminan hasta el alma.
Cine de verano, olor a palomitas, felicidad en las pequeñas cosas. Mi casa.
Citas, cenas y planes en pareja que me llenan el corazón.
Un aniversario atípico, mimoso y cinéfilo.
Boda en familia, fotomatón, lágrimas y mucho mucho amor.
Baguettes de bacon y queso, paseos al anochecer, perseidas plagadas de deseos, suspiros de felicidad.
Botellines, charlas sin sentido llenas de significado, copas, noches que acabaron demasiado pronto pero fueron más que suficiente.
El himno sonando a todas horas en la cabeza y en el corazón, un San Luis 2021 que promete.
Mi pueblo, mi hogar, su gente y mi gente, increíble verano de 2020.

jueves, 27 de agosto de 2020

Borbotones.

Debido a que soy muy sensible y muy empática, muchas veces me cuesta entender el por qué la gente actúa como actúa en determinados momentos, ya que sí soy capaz de discernir los motivos que pueden llevarte a realizar determinada acción, pero me cuesta ponerme en el lugar de alguien que busca dañar a los demás sólo porque le apetece.
Esa empatía tan característica hace que cuando a alguien le pasa algo y me lo comenta, especialmente cuando se trata de sucesos muy tristes, muy alegres o impactantes, pueda ser capaz de sentirme como se siente esa persona y a su vez compartir con ella lo que imagino que serán unas palabras acertadas para esa situación en concreto.
Igualmente, mi sensibilidad extrema me pone en una situación muy incómoda a menudo cuando las lágrimas sustituyen cualquier intento de articular palabra, dado que todo mi ser se vuelve una sola cosa sensible, frágil y que necesita un momento para recomponerse.
Todo esto me lleva a preguntarme a menudo si alguna vez seré capaz de controlar mis emociones cuando suceden cosas a mi alrededor que no soy capaz de controlar o que no puedo entender demasiado bien. Es el caso de todas y cada una de las veces (numerosas veces) que mi familia se repite y vuelve a sacar determinado tema, cuando siento que se quedan anclados en el pasado con respecto a algo que les pasó, o cuando observo cómo se meten en mi vida sin preocuparse de lo que pienso, siento, o de que todo lo que hago a diario, además de darle muchas vueltas, lo hago desde el mayor respeto y la mayor responsabilidad que soy capaz de tener. Y, aún así, sigo sintiéndome mal de cuando en cuando, incluso cuando sé que lo que estoy haciendo es algo normal, simple y llanamente por el gran control y la elevada presión que siento que se me aplica y que se me exige permanentemente. 
No soy de las que cree que el destino está escrito o que todo sucede por una razón, pero suelo pensar que lo que ha pasado, ya es así, y que somos dueños de nuestro presente y nuestro futuro, mientras que nuestro pasado nos define. Con esta especie de filosofía trato de guiarme y de justificar todas aquellas circunstancias que he ido viviendo y que me han traído hasta este preciso instante donde escribo estas palabras, y aunque a veces no soy capaz de ver más allá de un par de días vista, trato en todo momento de avanzar, de preguntarme a mí misma cómo me siento, qué estoy haciendo y dónde espero llegar. Creo que es importante plantearse cosas a uno mismo, y también es necesario ser fiel a lo que uno cree, siempre y cuando sea algo respetuoso con respecto a los demás, pero muchas veces me fallan las fuerzas porque me faltan apoyos que aún considero vitales pese a todos los problemas que me causan. Y cuando le doy una vuelta a determinados puntos de mi vida, y no me arrepiento de nada, sé que puedo aguantar, aunque sea otro poquito más, y nunca estoy segura de qué pasará, a excepción de todas las opiniones en forma de piedras en mi camino que me colocan mis parientes, y aunque esa incertidumbre me queme por dentro, aquí estoy, tengo 23 años, soy una mujer de la que creo que puedo estar orgullosa y no paro de tratar de mejorar para algún día sentirme bien de verdad y por completo, y no sólo intentarlo.