FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

sábado, 27 de diciembre de 2014

La fe ciega.

17 años, eso es lo que ha tardado en caérseme la venda de los ojos, eso es lo que he tardado en darme cuenta de lo que realmente pasaba a mi alrededor, de lo que me rodeaba. No sé si estoy contenta por ello o defraudada por no haberme percatado antes de que todo era así, de que nada era como me figuraba, de que nadie a mi alrededor se comportaba igual que yo a la hora de expresar siempre lo que siente y piensa sino que lo ocultaban prodigiosamente bajo finas y quebradizas máscaras que solo se ponían en las peculiares y contadas ocasiones en las que tenían que fingir enfrente mío su simpatía y su apoyo.
Quizá solo estoy viendo el lado malo de todo esto. Pero, sin duda, creo que también hay un lado bueno, que se corresponde con que a partir de ahora voy a andarme con más cuidado. Ante cualquier cosa que vea, que me digan, que opinen o que aprenda siempre estaré atenta y ojo avizor para no creérmela o confiar en que se corresponde con la verdad cuando la auténtica realidad es totalmente lo contrario.

Actos de fe.

La vida está llena de sacrificios. Sacrificios por los que queremos, sacrificios por nosotros mismos, sacrificios para seguir sin mirar atrás, y sacrificios para desvelar lo que vendrá. Pero, ¿cuántas veces nos sacrificamos sin saberlo y cuántas por algo o por alguien que al final quizá nos arrepintamos sin saberlo? 
Por las personas que queremos seríamos capaces de hacer cualquier cosa, de eso no hay duda, pero cada favor, cada respuesta, cada mano tendida, cada sacrificio es como un salto al vacío sin red, sin arnés, sin esa certeza tan necesaria a veces a la hora de actuar. Y, aún así, cada día, cada hora, cada momento, nos seguimos sacrificando, seguimos saltando sin saber donde vamos a caer, sin una mínima esperanza o luz que nos ilumine el camino que vamos a emprender, sin unas palabras de aliento que nos animen a continuar con nuestro propósito. Pero existe en nuestro interior algo que nos empuja a hacerlo, algo que se enciende cuando sentimos que esa persona nos necesita, y que no se apaga hasta que cumplimos nuestro propósito. 
Sacrificios, siempre sacrificios. La vida sería mejor sin ellos solemos creer. O puede que no, puede que dejara de tener sentido, puede que perdiese su color, su forma, su sabor, su esencia. Puede que simplemente se limitase a una existencia insulsa, insignificante, incompleta.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Imposiciones.

A veces es todo tan injusto, tan sin sentido, tan frustrante, que duele, que duele y sientes como te mata por dentro, como el no poder expandir ese deseo irrefrenable que sientes en tu interior te carcome, te absorbe, te anula. Ves todo tan oscuro, tan negro, que las pocas razones que encontrabas para hacer o decir las cosas se pierden, se difuminan como niebla entre tus labios, tu mente y tu corazón. Y, aunque no parezca posible, esa niebla quema, pues en ella va tu fuego interior, tu pedazo de alma roto con la desilusión que te han provocado. Te sientes impotente, inútil, incapaz de actuar, y ese sentimiento pasa del más absoluto odio y de la más extrema rabia a la tristeza, la depresión, y con ellas, las lágrimas. Lágrimas que limpian tu rencor, lágrimas que te purifican como si de un velo sanador y protector se tratasen, lágrimas que te ayudan a tener los ojos y la mente bien abiertos, lágrimas que te enseñan el amanecer de un nuevo día.

Thougths.

A pesar de tener una opinión para todo, unas veces clara y otras no tanto, no suelo mostrarla muy a menudo, podría decirse que casi nunca. Al principio pensé que era porque qué más daba lo que yo dijese, si tampoco iban a darle importancia de todos modos, pero ahora he empezado a pensar en que puede que sea porque me dejo influir demasiado por los demás, de forma que cuando al fin tengo una opinión medianamente clara sobre algo, no estoy segura de si es "mía mía" o tiene parte de alguien que me haya mostrado la suya, con lo cual, estoy aún más perdida que con la mía propia, y ya no sé lo que pensar, decir, o hacer. ¿Por qué soy tan influenciable? No lo sé, creo que es lo que yo he definido para mí tras estos años de vida. Quizá sólo lo he hecho para encajar, para sentirme una más, para ser aceptada, pero, en caso de que fuese por ello, los resultados no están siendo como cabía de esperar. Quizá solo un día me levante y empecé a escuchar a los demás, y tal vez comprendí que dijese lo que dijese, fuese apreciado o no, nunca iba a ser similar a lo que dijera otro al que seguramente fuesen a escuchar y a atender mucho más que a mí. Seguramente por eso soy como soy, porque crea que si sigo a los demás en su postura, despreocupándome de si se parece o no a la mía, y tomándola como la más factible, me haría notar, no sería tan invisible como lo soy ante los ojos del mundo. 
Definitivamente, he llegado a la conclusión de que esto debería cambiar de forma radical. No debo dejar que mi timidez, mi vergüenza y mi indecisión me definan pues lo único que desencadenan a día de hoy es que la gente me vea como alguien débil y que puede ser utilizada en su favor, que no digo que no lo sea, pero tengo bastante claro que debo dejar de serlo.

Aciertos y desaciertos.

El principal problema que conlleva tanto fallar a una persona de confianza como fallarte a ti mismo es que tras haber cometido ese fallo, nunca vas a poder ni saber si se volverá a dar esa situación y que ocurrirá cuando pase, lo que provoca una sensación de miedo permanente en ti, y una desconfianza en la persona a la que has fallado que sea sin duda muy díficil de borrar o sustituir. La situación que se da os daña tanto a ti como a la persona involucrada por tu culpa, lo que desemboca en tensiones y problemas difíciles en vuestra relación. La confianza es un pilar básico que no debería quebrarse o torcerse, pero que, inevitablemente, cuando eso sucede, cuesta mucho volver a estabilizarlo y que sea de nuevo tan fuerte, lustrosa e inquebrantable como lo era antes.