FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

martes, 24 de octubre de 2017

Cometas.

Suspiros que escapan como ráfagas de aire intentando alcanzar a sus foráneos compañeros. Su mensaje está plagado de palabras vacías, emociones sin rumbo, canciones demasiado grabadas en tu mente.
Sin un destinatario fijo, sólo vagan, como su dueño, hasta que alguien los capte y quiera oírlos, y una vez susurrados se disuelvan, sabiendo que jamás regresarán a los labios que los liberaron. 
Son poderosos, pues algo que no tiene fuerza no llega a coger el vuelo con tanta delicadeza, ni a surcar el cielo sin temor a la caída.
Cada palabra que los forma es como un aleteo, rápido pero intenso, que no cesa hasta alcanzar a alguien justo en el centro del pecho, pues es entonces cuando habrá cumplido su cometido, llegar más allá, y dejar huella.
A veces, se sincronizan, bien con la persona que te acompaña, pues ambos soltáis pesares al tiempo, o bien con alguien que ni tan siquiera conoces, que simplemente necesita un ligero desahogo en forma de bocanada vital. Es entonces cuando se cruzan, se encuentran en el aire, se juntan, y nunca llegan a soltarse, siendo el doble de poderosos, duplicando su efecto y dejando huella no sólo a una persona, si no a todas aquellas que lo precisen.
Si tienes suerte, a veces puedes llegar a escucharlos, e incluso verlos, en su difusa ruta, pues jamás pueden evitar la oportunidad de abordar a la gente que se cruzan a su paso, independientemente de si dichas personas van a ser o no los receptores finales de su mensaje. Es en esos casos cuando sientes un pequeño escalofrío que te recorre por completo y cuando te parece sentir que alguien/algo te llama susurrándote.

viernes, 20 de octubre de 2017

Colapso.

A veces desaparecer es lo más fácil, aunque también se suele ver cómo la opción más triste, más cobarde, al igual que huir.
Pero muchas de esas ocasiones en las que todos esos tópicos nos frenan, en realidad nos están privando de ver qué ocurre más allá, de descubrir nuevas personas, nuevos lugares, de crear nuevos recuerdos, e incluso de conocernos y descifrarnos a nosotros mismos.
La soledad nos aporta mucho más de lo que creemos, nos da tiempo para pensar, nos permite ver qué cosas de las que tenemos en nuestra vida son necesarias y nos proporcionan algo, y cuáles no sirven para nada, nos muestra qué personas están ahí en todo momento y cuáles son los fantasmas de los que intentamos huir entre la niebla que es la marabunta social de nuestra vida.
Y, a su vez, nos quita lo mismo que nos da, pues nos encerramos en nosotros mismos con el fin de sentirnos cómodos, sin movernos de nuestra zona de confort, sabiendo qué nos gusta y qué no, cuándo salir o cuándo no, o simplemente nos permite tomar decisiones que, por motivos sociales o culturales, quizá no llegaríamos a llevar a cabo.
Creo que el pensar ahora mismo en todo esto me hace ver que la soledad es parte de mí, parte de todos nosotros, sólo que en unos casos está más inexplorada que en otros, pues todo depende de los momentos que le otorguemos a nuestra escurridiza pero latente amiga para invadirnos y dejarnos su peculiar y permanente huella.
A veces me gusta considerarme alguien invisible, imperceptible a ojos de ciertas personas, silenciosa cual animal en busca de presa, siendo la presa la libertad de sentirme una ninja que aparece y desaparece a su antojo.
Y otras veces odio ser así, pues nadie se fija en ciertas cosas que hago o que digo, o simplemente la gente se aprovecha de mi jamás buscada condición para ignorarme como si no estuviera, como si no fuera nadie, como si no importara.
Cada día me planteo cómo sería desaparecer, ir dejando poco a poco de dar señales, ir difuminándome lentamente entre la marea de recuerdos de los que me conocen. Quizá en algún momento noten mi ausencia y se pregunten sobre qué fue de mí, pero mi acuciante invisibilidad me suele susurrar que casi seguro pasará justo todo lo contrario.

domingo, 8 de octubre de 2017

Relapso.

Es extraño porque ahora mismo no me siento demasiado unida a ningún lado. Es como que aquel nexo que antes tenía, sobre todo hacia ciertas personas, es cada vez más fino, hasta ser prácticamente imperceptible, y que a su vez, el nexo con otras personas que siempre estuvieron, y están, ahí se está volviendo mucho más fuerte, porque esas personas se mantienen y siguen igual que siempre, como si nada hubiese cambiado. Pero yo noto que cambia, no sé si soy yo, que me estoy dando cuenta de ciertas cosas que antes no veía por una venda que me tapaba los ojos, o son los demás. Lo único que sé es que verdaderamente no sé, sólo pienso que es complicado que todo vuelva a ser como antes porque yo no me siento a gusto.
¿Se puede fingir estar a gusto? No.
¿Se puede fingir comodidad? En parte, pero el fingir lo vuelve todo más forzado, y forzar las cosas hace que sean más bruscas, más raras. 
El no poder opinar libremente, el intentar explicarte y ver que no te llegan a entender, el hecho de que necesiten basarse en hechos totalmente verídicos y concretos para poder aceptarte una pequeña parte de lo que les tratas de explicar. Todo ello duele, pesa, molesta, hace que quiera llorar en muchas ocasiones, porque veo que desde que solté todo lo que tenía que soltar, ya que creí que era el momento, ya no soy una más, y que ellos me juzgan y piensan que en cualquier momento voy a abandonarles, cuando en ningún momento pensé en irme. Sólo pensaba en que quería decir lo que pensaba y sentía, y quería sentirme comprendida, pero me quedé sola con todo lo de mi interior desperdigado y sin control.
Y tengo claro que la lejanía no hace esto, la lejanía refuerza en lugar de romper, porque aunque a veces cause dolor, tú, en parte, estás en el lugar que quieres y deseas. Pero al regresar, el que te ignoren, que pasen de ti constantemente cuando no dices nada, aún sabiendo que estás, es algo que no llego a comprender. 
No entiendo las faltas de respeto ocultas tras el velo de una broma, no entiendo sin sentido las burlas de alguien a quien quieres. No me entiendo a mí misma. Entiendo que estoy en una época de cambios, grandes y drásticos, y quizá el quedarme sola sea mejor.
Porque mejor sola que mal acompañada, como se suele decir.
Mejor sola que acompañada pero mal vista.
Mejor sola que desagusto.
Mejor sola que nada.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Lapso.

Tener claro lo que sientes y que a la hora de transmitirlo al resto, en lugar de comprensión, recibas preguntas, rechazo, falta de apoyo y distanciamiento hace que en tan sólo un segundo te replantees todo aquello que considerabas claro en tu vida y que, de repente, todo lo que haces, dices, crees y piensas se vuelva algo dudoso, frágil, tembloroso, e incluso triste.
¿Acaso sólo pensé en mí?
¿Será verdad que estoy equivocada y todo es como siempre fue?
¿Por qué me causa tanto dolor esta incertidumbre y esta soledad que, según parece, yo misma estoy buscando?
¿Es cierto todo aquello que me dice el resto, que es impresión mía y que nada es como yo creo?  
Ahora nada tiene sentido, pues mis prontas palabras hicieron mella en aquellos a quienes quería hacer ver lo que ocurre, y en lugar de servir para lo que yo esperaba, sólo les dejaron tocados, al igual que a mí, y me encuentro en un camino del que no sé cómo salir sin llevarme a alguien de por medio, pero teniendo claro que si debo elegir entre ellos o yo, elijo ser yo la que desaparezca, sin dejar rastro, invisible, como me suelo sentir y suelo ser.