FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

domingo, 14 de junio de 2020

Humanos.

Una cosa que nos solemos decir unos a otros es que no podemos llevar el peso del mundo sobre nosotros mismos.
Que tenemos que compartir la carga. 
Que hay que desprenderse en la medida de lo posible de todo aquello que no nos aporte nada más que malos momentos y nos traiga recuerdos díficiles.
Que hay que liberarse para poder ser libres.
Que hay que avanzar para que las cosas avancen.
Y mira, todo eso suena muy bonito pero poco tiene que ver con la realidad que afrontamos a diario. 
Y con esto no quiero decir que no sea verdad pero, como todo, depende de la perspectiva y de la persona.
Porque la carga muchas veces es más pesada de lo que uno cree y más grande de lo que uno muestra y comparte. 
Y esa necesidad de guardarnos parte de todo ello para nosotros mismos hace que no resulte tan fácil como suena el desprenderse de aquello que nos angustia, que nos encoge el corazón, que nos hace llorar y sentir apesadumbrados, que nos dejó cicatriz.
¿Cómo te liberas de ti mismo? Porque todo, lo bueno y lo malo, lo hondo y lo superficial, lo oscuro y lo claro, es parte de ti, de tu ser, de tu esencia, de tu piel. Y en este eterno y frondoso camino que todos seguimos para conocernos, entendernos y liberarnos, nada es seguro, hay muchas dudas, miedos y pasos en falso, y parece una eterna cuesta arriba repleta de nubes que nos impiden ver el sol que brilla en la cima.
¿Cómo avanzas cuando no sabes hacia dónde? Porque las personas nos acomodamos al paso de aquellos que se cruzan en nuestro camino, y nos servimos de guía mutua, y nos apoyamos y cuidamos, pero la decisión de avanzar y ascender es únicamente nuestra, y lleva un proceso de introspección importante y muy necesario.
Es muy fácil decir aquello que creemos conveniente, pero no resulta tan sencillo ponerse a hacer lo que uno mismo necesita, incluso cuando sabes que es el mejor camino a seguir. Somos cabezotas, tercos, obstinados, caprichosos, y condescendientes con aquello que se refiere a nosotros mismos y a nuestro bienestar porque creemos poseer la verdad absoluta acerca de todo aquello que tiene que ver con nuestra vida y nuestras decisiones, y nos cuesta mucho salir de ello. 
Quizá por eso todo lo que nos dicen nos suena lejano, difiere de lo que pensamos, y nos hace pensar que no nos conocen, pero la realidad es muy distinta. Ni uno mismo tiene toda la razón ni el resto puede aconsejar a la ligera, esto es un trabajo para más de una persona, e incluso para más de dos. 
Hay que pelear por lo que uno quiere, hay que saber cuando pedir ayuda y cuando parar en seco. Hay que saber reconocer que nos equivocamos, hay que asumir que todo lo que nos pasa es algo que no se puede cambiar y aceptar que es algo que no va a irse jamás, aunque puede que con el tiempo sí deje de ser una parte central de nuestras vidas. Hay que agradecer e intentar seguir aquellos consejos que vienen de personas que nos quieren, siempre y cuando nos sintamos capaces de ello. Hay que otorgarnos a nosotros mismos el beneficio de la duda, al igual que darnos margen para cometer errores y no avergonzarnos por ello. Hay que ser humanos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario