FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

miércoles, 3 de julio de 2019

Confesiones.

Tengo 22 años pero no me siento como tal.
Cuando me miro al espejo y no sé si lo que veo soy yo o si estoy dejando que me domine la imagen barrera que no quiero pero siento que debo dar a los demás, ya no sé si para protegerme a mí o a ellos.
Cuando recibo mensajes controlando mis movimientos como si fuera una niña pequeña que no sabe a dónde va o con quién está pese a que hace tiempo que tomo su camino, al menos en uno de esos casos.
Cuando cierro los ojos como si fuera a servir para ocultarme de las tormentas, y sólo hace que las metereológicas se vuelvan algo más pequeñas, pero las internas se hagan bolas enormes que casi no me dejan respirar.
Cuando leo un libro o alguien me cuenta alguna experiencia suya y se me eriza todo el vello pues me siento en su propia piel, ya sea de papel y letras, o cálida, suave y latente.
Cuando mi capacidad para mantener secretos es legendaria pero a veces dejo que me consuma y se torne en contra de mis propios secretos pues nadie va a conocerme si no me abro hasta el cierre.
Cuando recuerdo todos y cada uno de los cumpleaños de la gente que me rodea y me vuelvo de nuevo una niña sonriente y risueña que canta cumpleaños feliz con los ojos cerrados para no ver sus ojeras y el fugaz paso de los años.
Cuando tomar una decisión supone un abismo inmensurable al cual no puedo ni debo arrastrar a nadie, y por eso me dejo caer sola.
Cuando la ansiedad me consume unos instantes y mientras trato de respirar con normalidad recuerdo todos los momentos en los cuales la vida me enseñó a respirar y por tanto a vivir, ya fuera para cantar, para no marearme, para relajarme.
Cuando siento la necesidad de volver atrás, de volver a empezar pero me asusta y recuerdo que nuestra vida no se sucede como las de los videojuegos.
Tengo 22 años, y al releer todos estos sentimientos, todas estas confesiones, esta carta que sale de mí para mí o para quién la quiera leer, creo que no hay una forma exacta que englobe lo que siento pero que mientras no me deje llevar por la confusión, así es como soy ahora.

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