FGL.

"Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo."

J.K.R.

"Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo."

miércoles, 30 de marzo de 2016

Cero.

Aquellos problemas que son relativamente un mal del pasado pueden volver si no está aún todo cerrado.
Bastan una conocida canción, un simple hábito, un lugar concreto, una vieja fotografía, un rostro similar, una prenda con su olor, o, tan sólo una palabra, para que todo a tu alrededor cambie, y vuelvas a revivir en tu propia carne las sensaciones que conlleva ese preciso instante del mar de recuerdos que hay en tu mente.
Algo vívido, brillante, intenso, pero que plaga tu ser de sucesos posteriores, desencadenantes de la tormenta perfecta y descontrolada. Y de repente, ya no eres tú, sino una maraña de incertidumbre que se guía por sus actos y no por sus pensamientos, que no entiende por qué, pero quiere salir corriendo, sin rumbo, sin compañía, sólo ella y sus desvaríos a los que tacha de "pasado cerrado".
Y aún así, mientras huyes, notas como te siguen, silenciosamente, ocultos tras las sombras de tus pensamientos más recientes, pues no puedes escapar de algo que te pertenece, que está en ti, y que por mucho que lo desees, no va a desaparecer por arte de magia para dejarte tranquila, sino que continuará confundiéndote día tras día hasta que aceptes que quizá las cosas no están como te hiciste creer que estaban para tu propia supervivencia.
Es en ese instante cuando caes en la cuenta de que todo viene por ese mal momento que, cuando pretendías borrarlo, olvidarlo, cerrarlo, inconscientemente lo bloqueaste, pensando que no volvería a residir en ti, que serías libre para formar nuevos recuerdos, quizá con el mismo sentimiento y escenario, pero con diferentes protagonistas y final. Pero ahora sabes que eso es imposible, que hasta que no clausures todo lo que conlleva para ti ese recuerdo, no vas a poder volver a sentirte a gusto ni contigo misma, ni con la persona o personas implicadas en ese amargo momento.
Entonces, ¿qué queda por hacer? Lo más sencillo es hablar y perdonar a los que tuvieron algo que ver con aquella situación, aunque a veces eso no es posible. Quizá la clave está en aceptar lo ocurrido, en verlo como algo que tenía que pasar, y de lo que si nos lamentamos o asustamos ahora, no va a permitirnos avanzar. Todo pasa por algo, ya sea lo bueno, lo malo, lo impredecible, lo inimaginable, lo extraordinario, lo terrible, todo. Y de nada nos sirve revivirlo una y otra vez si no somos capaces de salir de ello.

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